
23 de marzo
Contrahegemonía y Tramas: Estamos con Victoria Basualdo para charlar con ella la relación entre el tema del poder económico, la dictadura, la represión, el terrorismo de Estado. La primera pregunta es cómo vos como investigadora te volcaste al tema de esa relación entre el poder económico y la represión, cómo fue ese camino, ese proceso.
Victoria Basualdo: Yo estudié la carrera de historia en la segunda mitad de los 90 en Filosofía y Letras de la UBA, en Puán. Desde muy temprano me interesó poder analizar y comprender lo que había pasado durante la dictadura, y ése fue uno de los motivos centrales por los cuales quería estudiar la carrera de Historia. Sin embargo, me encontré con que había muy poco espacio en la carrera para temas de historia reciente, muy poca presencia de una mirada de clase, que me interesaba particularmente, y me pareció que predominaba una visión eurocéntrica, con una muy limitada perspectiva latinoamericana. Era la segunda mitad de los 90, y no sólo tenía mucho peso la mirada del supuesto “fin de la historia” sino que predominaba un cuestionamiento a la investigación desde el campo de la historia sobre períodos recientes, respecto a los cuales se consideraba que había poca objetividad y excesiva politización. En 2001, antes del estallido de la crisis, gané una beca para ir a hacer estudios de posgrado en Estados Unidos, donde sorprendentemente encontré una mirada de Argentina como parte de América Latina mucho más consolidada de lo que había encontrado en la formación de la UBA. En la Universidad de Columbia, en Nueva York, hice una maestría que terminé con una tesis sobre temas del campo de historia económica, muy vinculada con lo que había trabajado en mi tesis de Licenciatura que dirigió José Carlos Chiaramonte, un inmenso y brillante historiador que murió muy recientemente, con formación también en Filosofía y que tenía un enorme conocimiento sobre debates claves en el marxismo, que en ese entonces era director del Instituto de Investigaciones Históricas “Emilio Ravignani”. Mi tesis había partido del procesamiento en una base de datos de una fuente extraordinaria, la Guía Edelberg, que me permitió analizar la distribución de la propiedad de la tierra en la Provincia de Buenos Aires en la década del 20, así como los debates en fuentes parlamentarias que me resultaron muy interesantes, sobre lo que llamaban en ese entonces “la cuestión social”, que era nada más y nada menos que el conflicto obrero en las primeras décadas del siglo XX. Mi tesis de maestría, que hice en Columbia con la dirección de otro gran historiador, Herbert Klein, siguió esa investigación focalizándose en la diversificación de esa clase terrateniente, la relación con la producción industrial a partir de una gran cantidad de fuentes adicionales de distintos archivos y centros de documentación. De modo que aunque no había logrado trabajar sobre historia reciente, había encontrado el modo de comenzar un camino en temas de investigación que me parecían relevantes para el aprendizaje del oficio. En mi tesis doctoral, que dirigió otro gran historiador, Pablo Piccato, también en Columbia, logré finalmente encontrar el marco para focalizarme en temas de historia reciente y abordar trayectorias de organización obrera en los lugares de trabajo, en dos actividades del sector industrial. Trabajé sobre siderurgia y sobre industria textil y de calzado, y en particular sobre los casos de Acindar en Villa Constitución y de Alpargatas en Florencio Varela y en Barracas, desde los años 50 hasta los años 80.
Me interesaba analizar el tipo de organización que había tenido la clase obrera en los lugares de trabajo, lo cual fue muy difícil de reconstruir en términos de fuentes, por la muy escasa política de preservación documental por parte de muchos sindicatos que hacía que hubiera pocas colecciones documentales sistemáticas y orgánicas de consulta abierta, había que hacer una tarea de rastreo y sistematización de materiales muchas veces dispersos. Los casos de Acindar en Villa Constitución y de Alpargatas me permitían ver trayectorias muy distintas, porque en Acindar, que tenía una historia de organización combativa y de muy fuerte y profunda represión, había tenido luego de la dictadura una reconstitución de la organización sindical y tenía un sindicato que hacía una reivindicación de su propia historia. En cambio, en el gremio textil y de calzado el impacto de la dictadura y de los años 90 fue de enorme profundidad y muchas consecuencias.
Cuando empecé a hacer esta investigación doctoral alrededor del 2003, el proceso de recuperación industrial se vio claramente en el edificio de la AOT, Asociación Obrera Textil, que iba cambiando completamente en términos de actividad y movimiento. Entonces pude entrevistar a algunos de los líderes más tradicionales de la AOT, entre ellos a Pedro Goyeneche, lo cual fue toda una experiencia. Me encontré con otra narrativa, otra cabeza y concepción totalmente diferente a la de muchos líderes de Villa Constitución, eso me interesó y me costó mucho porque yo trataba de pensar un poco qué había sido de esos delegados y esas comisiones internas en Argentina. Cuando empecé a investigar estos temas, prácticamente no había trabajos que tuvieran en su título delegados y comisiones internas. Aunque había contribuciones que me resultaron muy importantes, como las de Daniel James o Louise Doyon, esas formas de organización habían sido relativamente poco abordadas a pesar de ser una parte fundamental de la estructura sindical, junto con una fuerte confederación a nivel nacional, la CGT, con sus disputas y con alternativas a lo largo del tiempo, y los sindicatos de base industrial y de alcance nacional con seccionales. Lo que veía en las entrevistas y en diversas fuentes era que la existencia de delegados y comisiones internas en los lugares de trabajo implicaban un dinamismo y un tipo de funcionamiento sindical que me parecía central para entender la disputa tan fuerte por la distribución del ingreso entre mediados de los 50 y mediados de los 70 y la dictadura. En tiempos en que el campo de la historia estaba muy influido por el giro lingüístico y cultural que tenían una enorme influencia en la etapa, a mí me interesaba la conexión entre los procesos estructurales, la formas de organización sindical y laboral y los procesos represivos durante la dictadura, cuestiones sobre las que había leído por mi contacto con el Área de Economía y Tecnología de FLACSO, donde tengo hoy mi sede como investigadora del CONICET y como coordinadora del “Programa Estudios del trabajo, movimiento sindical y organización industrial”, pero con la que tuve contacto desde muy temprano, a partir de enormes maestros que acompañaron mi formación, como Eduardo Basualdo y Daniel Azpiazu, entre otros muy valiosos/as investigadores/as. Éste fue el camino que encontré para llegar a esto, de la mano de estas historias de la clase obrera en los lugares de trabajo y de los delegados y comisiones internas que permitían dimensionar el impacto que había tenido la dictadura sobre estos procesos de organización, incluso teniendo muy presente la heterogeneidad profunda de la clase trabajadora y el movimiento sindical y la existencia de concepciones muy diferentes de lo que era ser un delegado, de lo que es una comisión interna, de lo que era un sindicato, qué era la lucha sindical y concepciones muy diferentes de la relación asalariada.
CHT: Justamente estamos en la segunda pregunta, uno de los aspectos que queremos reflejar en el dossier consiste en señalar que uno de los objetivos centrales del golpe era destruir y disciplinar todo un entramado de luchas y de organizaciones obreras y populares construidas por abajo previamente al golpe. ¿Coincidís con esa mirada? ¿Qué podrías decir a grandes rasgos sobre las características del movimiento obrero y la organización a nivel laboral previa al golpe?
VB: Sí, efectivamente, coincido con que ese eje disciplinador de las luchas obreras desde abajo es una clave ineludible. Me parece en ese sentido que hay que mirar el largo ciclo de las dictaduras de la Guerra Fría en América Latina, proceso que tuvo varias etapas y particularidades. Creo que el derrocamiento del peronismo, nuevamente mirado en clave política, en general tiene una dimensión de clase innegable y que lo que se busca atacar del peronismo centralmente es el lugar de poder que había logrado obtener la clase trabajadora. Es una clase trabajadora que disputó y ganó sus derechos durante el peronismo, en la tesis al procesar series de conflictos, de días de huelga y demás, se ve muy claro que los grandes logros obreros, durante el 46 y el 48, tienen que ver con ciclos de enorme huelgas. Lo mismo cuando se frena en el 54 con una huelga metalúrgica increíble, inolvidable y hay una serie de huelgas durante todo el peronismo, que expresan demandas que se van concretando en derechos.
CHT: Mi viejo estuvo en esa huelga del 54 y según su relato zafó de ir preso porque lo fue a buscar la policía de civil, orden gremial se llamaba, y no lo encontró, le avisaron y se fue a una pensión, pero fue imborrable y la novela Los Traidores, una de las novelas de conflicto gremial más específica, dejó una marca esa huelga…
VB. Y ese mismo título tiene la película del cineasta Raymundo Gleyzer, que hasta el día de hoy ilumina tantas cuestiones de la historia sindical. Sobre el proceso del 54 está además el libro de Marcos Schiavi, que reconstruye la huelga metalúrgica del 54, la participación de delegados y comisiones internas en ellas, los debates sobre la productividad. Es muy bueno el trabajo de Marcos para mostrar los procesos de disputa y organización obrera durante el Peronismo.
CHT: Pensaba también en la entrevista a Ana Jemio, la huelga de la FOTIA.
VB: Tal cual, una organización de enorme importancia e impacto en Tucumán, de enorme crecimiento durante el peronismo y que también fue un blanco central de la represión en las sucesivas dictaduras, con particular intensidad en la del 66, liderada por Onganía, y la del 76, como muestra también la investigadora Silvia Nassif de larga trayectoria sobre estos temas. Entonces, en los dos primeros gobiernos peronistas estamos hablando de un crecimiento del movimiento sindical de 800.000 a 2.300.000 trabajadores/as afiliados en ocho años y un movimiento con gran impulso al conflicto. Se entre duplica y triplica la cantidad de afiliados entre el 46 y el 54, lo que marca una transformación enorme del movimiento sindical y por supuesto que el gobierno intenta designar secretarios generales y responsables de los sindicatos con los cuales tiene un vínculo, y por supuesto que la personería gremial implica un control del Estado respecto de quién tiene la capacidad de la negociación colectiva, pero al mismo tiempo hay una organización obrera desde abajo que tiene un enorme poder y un enorme alcance.
CHT. Bueno, eso también se ve bien con las huelgas ferroviarias
VB: Absolutamente. Se consolida entonces un modelo sindical centralizado que puede ser considerado monolítico en este punto (porque no es que cualquier disidencia puede armarse un sindicato), un agrupamiento sindical por rama actividad, que tiene una potencialidad increíble con la combinación de este otro elemento que es la presencia de delegados y comisiones internas en los lugares de trabajo, que implica la posibilidad de una exigencia, una demanda, una presión y disputa permanente dentro de la estructura sindical. La organización en los lugares de trabajo lleva también a que trabajadores y trabajadoras puedan discutir las condiciones y formas de organización del trabajo. Esto es algo que no existe en otros lugares. Esto sería impensable en empresas de Brasil, ni hablar en Chile, que se caracteriza por una gran pluralidad sindical, que promueve una proliferación terrible de sindicatos que se arman y se desarman permanentemente y que actúan de manera fragmentada, lo que ocasiona una gran debilidad. En Argentina hay un movimiento sindical con un enorme poder de centralización, con un sindicato por rama actividad con personería gremial, que implica una uniformidad en la negociación colectiva. A partir de la personería gremial para sólo un sindicato por rama, hay un paraguas de negociación colectiva para la totalidad de la actividad, que es lo que están tratando de romper ahora, como ya lo intentó Macri con sus ataques a la paritaria nacional docente.
Esta es una obsesión no sólo de la dictadura del 76 sino de sucesivas ofensivas desde el 55 en adelante. Hay que tener cuidado a la hora de analizar factores porque las comisiones internas solas probablemente no hubieran llegado a nada, en realidad son estructuras clave porque pertenecen al sindicato de base nacional por rama de actividad con posibilidad de negociación consolidada y que además pertenecen a una Confederación General que tiene la posibilidad de parar todo el país. Esto es un poco lo que se ve desde el 55 en adelante, en la sucesivas etapas de lucha obrera. El golpe del 76 trató de finalizar de una vez y para siempre esto, pero había habido desde el 55 una clara disputa por la participación de los trabajadores en el ingreso, por ese “fifty fifty” al que se había logrado llegar en el momento de mayor avance, la participación en el producto bruto por parte iguales entre asalariados y sectores empresariales, y por otro lado, por las formas de organización, por el dinamismo que implicaba esta capacidad de tener organizaciones muy fuertes, pero que al mismo tiempo tiene un germen de disputa, de exigencia y de relación con las bases activo. Eso estuvo en la base de procesos como el plan de lucha del ’64, como bien muestra Alejandro Schneider en sus estudios. Durante 1963 y 1964 se da un plan de lucha impresionante, implementado por la CGT no con una dirección revolucionaria, sino en la época de Vandor, con una capacidad de movilización increíble. Así se llevan adelante, durante la segunda etapa del Plan de lucha alrededor de 11.000 tomas de establecimientos fabriles con cerca de 4 millones de trabajadores movilizados. Están las fuentes de la DIPPBA, de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, un archivo central frente a los desafíos metodológicos y de fuentes tan necesarios para la reconstrucción a la que me refería al comienzo, no sólo para la región de La Plata, Berisso y Ensenada, sobre la cual hay aportes muy valiosos, como los de Alejandra Esponda, sino para toda la Provincia de Buenos Aires, e incluso más allá. Los documentos de la DIPPBA revelan que esto es una alarma terrible por parte de los sectores militares que se muestran admirados por la posibilidad de organización y movilización obrera.
CHT: Antes cuando decías lo de los textos, el texto que me viene a la cabeza es “La anomalía argentina” de Gilly, que fue un artículo que tempranamente trabajó eso.
VB: Tal cual, un enorme intelectual Adolfo Gilly, él fue parte del Consejo Académico de la Maestría en Economía Política de FLACSO donde soy profesora, compartió programas de trabajo sobre sectores dominantes en CLACSO con investigadores del Área de Economía de FLACSO, fue un gran lujo poder compartir con él varias instancias. Y como decís, en ese trabajo pionero y brillante publicado en los años 80 en la revista Cuadernos del Sur, pone el eje en lo que él llama la “forma celular de organización” que son justamente estos delegados y comisiones internas en los lugares de trabajo, que él considera como un núcleo central para explicar el grado de incidencia de la clase obrera en la disputa económica, social y política en la Argentina. Para mí fue un texto fundamental.
CHT: Leyéndolo en aquella época era como un texto absolutamente excepcional. Yo me acuerdo de haberlo leído y haber quedado con la sensación de que era una revelación. Uno tenía naturalizado comisión interna, cuerpo de delegados, encontrarte con que eso era una anomalía, la explicación de por qué, realmente un textazo, y que fuera considerado marginal, es significativo del clima de época, no?
VB: Totalmente y después también otro texto muy importante en ese sentido es “El terror y la hidra” de James Petras, que también es interesante y remarca la importancia de la organización de base de los/as trabajadores/as y de las tentativas de disciplinar ese enorme poder, al cual le trataban de cortar la cabeza, pero que resurgía una y otra vez.
CHT: si, la tercer pregunta es si la responsabilidad del poder económico en la represión dictatorial tuvo un momento central durante el llamado “Proceso de Reorganización Nacional”, ¿Podría rastrearse en procesos anteriores. ¿Estás de acuerdo con esta formulación? ¿Cuáles podrían ser ejemplos salientes?
Sin dudas que la alianza entre sectores económicos y las fuerzas armadas tenía una larga historia y adquirió distintas formas en los sucesivos golpes, muchos de los cuales no están analizados en profundidad desde esta perspectiva. Creo central recordar al mismo tiempo que las Fuerzas Armadas no son uniformes (las distintas armas tienen líneas distintas, globalmente hubo una división importante entre “azules” y colorados”), el capital no es uniforme, deben analizarse sus distintas fracciones y sectores, y también las diferentes etapas y patrones de acumulación inciden muy fuertemente en cada uno de ellos y en las formas de articulación. En el proceso de industrialización por sustitución de importaciones que empiezan en el 30 y termina a mediados de los años 70, en Argentina y América Latina, existieron diversas dictaduras, muchas de las cuales tuvieron políticas industrialistas. Al comparar las dictaduras brasileña con la Argentina, es indispensable tener en cuenta que la brasileña empieza en el 64 y la nuestra en el 76. En todo caso la comparación debería hacerse con la dictadura de 1966, que también tuvo lugar en el contexto de la expansión de la industrialización sustitutiva. A diferencia de lo que ocurrió en 1976-1983, la dictadura 1966-1973 tuvo lugar en un contexto de crecimiento industrial.
Lo que cambia en el 76 son las transformaciones del capitalismo global, es otra etapa, es el paso del fordismo al post Fordismo, es una etapa del capitalismo diferente, donde empieza un proceso de financiarización fenomenal, donde se va a tratar de reconfigurar la relación capital trabajo a nivel global, a mediados de los 70. Es una dictadura de otro tipo en ese punto, que instaura un patrón de valorización financiera, con endeudamiento externo, fuga de capitales y una reestructuración brutal de la economía, lo cual genera condiciones excepcionales para una ofensiva contra las bases fundamentales de esa clase obrera que no había sido posible en esta magnitud y en este formato en el contexto de crecimiento de la industrialización. El golpe del 24 de marzo de 1976, parte de otro ciclo que incluye al golpe en Chile y al golpe de Uruguay en 1973, los dos cumplieron 50 años el año pasado, todos estos golpes tuvieron lugar en una etapa diferente de transformaciones del capitalismo a nivel global.
Este marco permite retomar el interrogante sobre lo que buscaban erradicar y sobre cuáles eran los objetivos de fondo de la dictadura, si se proponía eliminar la CGT o en realidad buscaban una reconfiguración que en algún sentido era destructiva y en algún sentido intentaba reformular lo existente e imponer algo distinto. La dictadura propone en el conjunto de políticas económicas, laborales y represivas un nivel de destrucción fenomenal. Ahí sí, la alianza entre sectores del poder económico y de las dictaduras es muy visible, es una alianza con distintos niveles que tiene que ver por un lado con una vinculación ideológico política, con la provisión de funcionarios a la dictadura, funcionarios empresariales, Martínez de Hoz es el más importante, pero hay una larga lista de figuras clave de los grupos económicos en las distintas carteras durante la dictadura. Por otro lado, con las transferencias desde el estado al capital concentrado, son enormes las transferencias en distintos formatos que incluyen regímenes de “promoción”, transferencias, estatización de la deuda privada, entonces todo esto de achicar el Estado para agrandar la nación es falso. En realidad buscaban redireccionar la acción del Estado en beneficio de determinados patrimonios y sectores en un contexto de ajuste económico, intervención laboral regresiva y un proceso brutal de represión y disciplinamiento a la clase trabajadora.
Por un lado hay una línea represiva muy fuerte, extremadamente fuerte, sin precedentes en términos de la represión al movimiento obrero que ya tenía una larga historia desde el comienzo, por supuesto, siempre hubo represión al movimiento obrero. Desde el 74 al 76 hubo un proceso de consolidación de tendencias que en realidad cuajan en modo sistemático el 24 de marzo; pero que tienen todo el proceso de Córdoba en el año 74, el Operativo Independencia justamente no solo respecto a la guerrilla sino a la FOTIA y al movimiento sindical del azúcar en Tucumán, el operativo serpiente roja del Paraná en todo el cordón industrial de zona norte con epicentro en Villa Constitución pero que abarcó todo el cordón industrial de zona norte. Son procesos de represión crecientemente sistemáticos y duros. El Operativo Independencia marcó el pico de la sistematicidad represiva antes del golpe, de hecho hubo un centro clandestino de detención, que es considerado el primero del país, en la escuelita de Famaillá. Pero además hay un nivel de sistematicidad y de brutalidad inconcebible realmente en el 75. Pero en el Operativo serpiente roja del Paraná, por ejemplo, los dirigentes sindicales van presos y muchos de ellos de hecho sobrevivieron. Algo que fue crecientemente excepcional luego, después del 24 de marzo, ahí sube la cantidad de desaparecidos y es otro tipo de represión y otro tipo de acción más sistemática en el marco de la instalación de cientos de centros clandestinos de detención en todo el país, hoy los registros oficiales llevan contabilizados cerca de 800. Además lo vemos en las investigaciones que hemos hecho de responsabilidad empresarial, no solo en los casos que investigué yo personalmente, sino en una gran cantidad de casos en todo el país. Hay un salto cualitativo en términos de la sistematicidad de la represión, pero diría hay un componente de destrucción y un componente de reconfiguración, se reafirman un montón de sectores del movimiento sindical, que de hecho luego se quedan con el liderazgo, me refiero a que se van fortaleciendo durante la dictadura y luego tienen décadas de persistencia. Algunos de ellos incluso oponiéndose a la dictadura, es el caso del sindicato automotor, el SMATA que yo estudié en particular, digo con José Rodríguez que pasa de liderar situaciones de supuesto cuestionamiento a ser una figura decisiva en el SMATA, en la FITIM, en la Federación Internacional de la metalurgia y a perseguir directamente a los sectores combativos en distintas plantas, en Ford, Mercedes Benz y demás. Hay una consolidación de dirigentes como Triaca, como Baldassini, que son de algún modo el modelo sindical al que la dictadura apuntó, considerando que si no tenía más remedio que aceptar que hubiera algún tipo de organización sindical, bueno, que sean éstos…
CHT: La CNT en su momento
VB. Exacto, la mayoría integraban los sectores llamados dialoguistas (otros, como Rodríguez, habían tenido incluso posiciones confrontativas), que de algún modo son los que viajan a la OIT, los que le dan una fachada internacional, los que de algún modo consolidan posiciones de poder enormemente reaccionarias. Bueno, otro ejemplo muy importante es Gerardo Martínez, que apareció en listados de personal civil del Batallón 601, que además es una figura central en la OIT hasta la actualidad, o sea, no hay nada que pase en la agenda de la OIT para América Latina sin aprobación de Gerardo Martínez, y así han construido carreras internacionales.
Pero esta búsqueda de reconfiguración del modelo sindical fue en gran medida frustrada, porque hubo resistencia obrera a la dictadura, en muchas modalidades distintas. Ahí Pozzi hizo trabajos pioneros fundamentales para dar cuenta de una gran cantidad de metodologías, en términos de clandestinidad, de sabotaje, de protesta, etc. Pero hay además una gran cantidad de investigaciones recientes muy valiosas sobre formas de organización en dictadura y ciclos de huelgas en distintas regiones y cordones industriales del país, desde distintas disciplinas y aproximaciones. Hubo además una campaña sindical internacional que fue muy importante, de la que participaron centrales sindicales mundiales y que se plasmó en la OIT, donde se abrió el caso 842 en el marco del Comité de Libertad Sindical que recopiló una gran cantidad de denuncias de violaciones a la libertad sindical. Todo esto fue muy importante porque permitió recopilar denuncias y dejar registro de procesos represivos contra diversos sectores obreros, organizaciones rurales, ligas agrarias, movimientos campesinos. Con el correr de los años no sólo se sumaron testimonios y documentos así como publicaciones de organizaciones políticas y sindicales, sino que además se abrieron y disponibilizaron diversos archivos estatales, incluyendo los archivos de policía e inteligencia, como el de la DIPPBA que ya mencionaba, como otros en Córdoba, en Santa Fe y por supuesto el Archivo Nacional de la Memoria, entre muchos otros.
En este marco es que surgen, avanzan y se consolidan las investigaciones colectivas, producto del trabajo conjunto de varias instituciones e investigadores/as y con una gran conexión con colectivos que fueron protagonistas de estas historias, sobre las formas de participación de sectores empresariales en los procesos de represión al movimiento obrero durante la dictadura. Estas investigaciones permitieron documentar la presencia de fuerzas armadas en los lugares de trabajo, encontramos casos de existencia de centros clandestinos de detención adentro de los predios fabriles, en algunos casos de empresas multinacionales como Ford, secuestro de trabajadores en las líneas de producción y cautiverio y tortura en lo que antes era un quincho recreativo en la fábrica de Pacheco, al lado de una cancha de fútbol en el caso de Ford, y traslado en muchos casos en camionetas de Ford primero a las comisarías y después a unidades penitenciarias.
Estamos hablando de un proceso de represión al movimiento obrero inédito, de una gravedad tremenda para todos los estándares mundiales, la existencia de centros clandestinos de detención en una planta fabril es un caso extremo. Esto está documentado judicialmente y tienen condenas además confirmadas por la Cámara Federal de Casación Penal, un filtro imposible de pasar y hasta esa instancia dio por aprobado esto, con sentencias de centenares de páginas.
CHT: En distintos trabajos, reportajes, testimonios en los juicios, afirmás que el concepto de complicidad empresarial es ambiguo y que el concepto de responsabilidad empresarial aclara mucho más la articulación entre el poder económico y las Fuerzas Armadas. ¿Podes aclarar esos conceptos?
VB. La discusión sobre el concepto de responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad se da en el marco de ese proceso de trabajo colectivo que mencionaba, del que participaron investigadores del Área de Economía y FLACSO, el CELS, el Programa Verdad y Justicia y la Secretaría de Derechos Humanos, publicado por Infojus en diciembre de 2015, justo antes de la asunción de Mauricio Macri, permitieron darle forma a cuestiones que venían dando vueltas desde inicios del proceso de Justicia o antes incluso, durante la propia dictadura, que tenían que ver con la documentación de lo que había sido la represión a trabajadores y trabajadoras de movimientos sindicales. Hubo en el año 2013 una publicación muy importante que fue el libro “Cuentas pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura” coordinado por Horacio Verbitsky y Juan Pablo Bohoslavsky, que convocó a más de 25 especialistas de distintos campos, que trabajaron distintas cuestiones, que tenían que ver con los cómplices económicos con la dictadura. La investigación sobre responsabilidad empresarial desarrollada entre 2014 y 2015 permite el abordaje sistemático de 25 casos de distintas regiones del país, diversas actividades económicas. Es ahí donde este concepto de “responsabilidad empresarial”, por el cual vos me preguntás, empieza a ganar lugar. Nosotros partíamos de la idea de complicidad, que traía aparejada la idea de un acompañamiento secundario. Cuando empezamos a ver los 25 casos de manera sistemática, que se logró a partir de este relevamiento de archivos y fuentes que mencionaba, empezó a emerger una serie de aportes decisivos. De estos dos volúmenes de más de mil páginas y de los patrones que encontramos a partir de esos 25 casos, vimos que hubo un involucramiento de las empresas y los funcionarios empresariales en la represión, que llevaba a replantear el concepto de complicidad, que implicaba un acompañamiento secundario a un actor principal. Veíamos en estos casos una participación por iniciativa y peso propio en la represión, y con aportes decisivos a la represión llevada adelante por las fuerzas armadas. El concepto de responsabilidad permite contemplar diversas formas y niveles, pero sin reducir de antemano el fenómeno a un acompañamiento secundario y permitiendo reflejar mejor a aquellos sectores que tuvieron una línea de acción propia y muy contundente, teniendo distintos niveles de responsabilidad en articulación con los actores militares. Esto, lejos de homogeneizar, permite abrir un arco de formas de participación. Hubo sectores empresariales que de hecho decidieron avisarles a sus trabajadores y tener otra postura, otros que no participaron activamente y hubo también sectores empresariales como los que investigamos, que son los que las propias fuerzas armadas llaman en sus directivas “fuerzas amigas”, a las que consideran consustanciadas con los objetivos del Proceso de Reorganización Nacional y que además tienen sus objetivos propios en esto. También como muestra un documento desclasificado de los National Security Archives referido a la empresa Lozadur, de zona norte, una empresa ceramista; pero que en realidad habla de lo que están viendo, el documento es clasificado de un delegado de la Embajada norteamericana que reporta al Departamento de Estado y cuenta que había estado hablando con distintos militares, que estaban preocupados, dicen que hay que filtrar la información que les dan los empresarios, porque en realidad les pasan listas de supuestos subversivos que son trabajadores, que están peleando por sus derechos.
CHT: Ya que mencionas los 25 casos que integran el libro Responsabilidad empresarial en delitos de Lesa humanidad, querés hacer una referencia a la regionalización que presentan en el mismo, que en cierta manera es muy didáctico para la comprensión de la extensión y la territorialidad que tuvo esta responsabilidad empresarial?
VB: Sí, por un lado queda muy claro que estas fábricas fueron un territorio de represión, disciplinamiento y violación de derechos humanos. Casi el 90% de los casos que analizamos tuvieron secuestros en los lugares de trabajo, hubo una muy importante provisión de recursos logísticos y materiales, de vehículos donde llevaron a los secuestrados, de financiamiento, de plata para las fuerzas represivas, participación de funcionarios empresariales en los secuestros, en algunos casos incluso hasta en las torturas, existencia de grandes operativos militares en los predios fabriles, en algunos casos con tanques, con helicópteros, con todo un despliegue y finalmente la existencia de centros clandestinos de detención en regiones completamente distintas. La mirada regional permite recuperar por un lado toda esta producción científica, histórica, académica y también testimonial y de grupos de sobrevivientes y organizaciones que hay, una producción muy importante que hoy quieren cuestionar y eliminar, que permite además ver una clase obrera que no es capital y el AMBA, sino que tiene acción y presencia en todo el país. Con especificidades en cada caso, pero también procesos en común. Por otro lado, el foco en varias regiones permite ver el plan sistemático, por eso decía también lo de la zonificación, la vinculación entre militares y sectores empresariales en el proceso represivo. La alianza militar empresarial fue amplia y con muchas dimensiones, y lo que se juzga en los juicios de lesa, en el fuero penal, es la participación en los crímenes de lesa humanidad. Poder aportar desde la investigación científica con informes, producciones académicas, con el trabajo con querellas, grupos de víctimas, y fiscalías, o con la participación como testigos de contexto, como expertos a los juicios todo este proceso de investigación de algún modo ubica a lo que parece hechos aislados en una trama, y les da una significación completamente distinta.
CHT: Hasta hace relativamente poco tiempo fuiste responsable de la Unidad Especial de Investigación de delitos de lesa humanidad cometidos con motivación económica en la Secretaria de Derechos Humanos. ¿Qué balance haces de esa experiencia y en general de los juicios contra empresarios? ¿Qué trabas y dificultades de distinta índole encontraste/ron?
VB: Estas líneas de investigación se caracterizan en forma estructural por enfrentar trabas y dificultades, en cada una de las etapas con sus particularidades, pero nunca fue un tema bien recibido porque toca intereses y sectores muy sensibles. El ofrecimiento de encabezar esta Unidad de investigación en la Secretaría fue muy importante, porque nosotros habíamos terminado la investigación colectiva de responsabilidad empresarial en 2015. Infojus había prometido la publicación gratuita de centenares de ejemplares, pero fue eliminada por Macri, cuya asunción marcó un gran punto de inflexión en el papel del estado en el eje de derechos humanos, con particular intensidad en todo lo que tenía que ver con el papel del poder económico. Durante todo el macrismo no sólo sostuvimos la tarea de investigación, sino que se armó una articulación internacional muy fuerte con América Latina, comenzando por una línea de trabajo en Brasil, que terminó consolidando un proyecto sobre responsabilidad empresarial surgido al calor de los vínculos con toda esta investigación, así como en Chile, donde también hay una línea de trabajo en esto, además de muchas vinculaciones internacionales, de participación en proyectos en distintos lugares del mundo sobre Responsabilidad Empresarial. Por otro lado, trabajamos en los juicios, en el marco del macrismo fue la causa Ford, cuyo tramo oral se desarrolló desde diciembre de 2017 a diciembre de 2018, en el cual se logró trasladar el proceso de investigación al ámbito judicial y se logró pasar de la documentación de una responsabilidad empresarial general, es decir a analizar la participación de la empresa y de los recursos de la empresa, a tener que analizar y probar responsabilidades individuales de los imputados en la causa. Fue un gran esfuerzo, pero se lograron condenas que constituyeron un hito mundial para la problemática, salieron publicadas en diarios de todos lados del mundo, no sólo en países de América Latina, Europa y Estados Unidos, sino también en Taiwán, Japón, Katmandú.
En diciembre de 2019, el ofrecimiento de activar la unidad especial que había quedado desmantelada durante el macrismo fue muy importante, porque nosotros teníamos una acumulación enorme que habíamos intentado presentar y compartir a pulmón con el esfuerzo y el trabajo de distintos integrantes del equipo de 20 personas, pero debido al punto de inflexión que había impuesto Macri, ese tema no había podido ser trabajado institucionalmente por ejemplo dentro de la Secretaría de Derechos Humanos. El objetivo era reactivar la Unidad para poder encontrar formas de transmitir las herramientas teóricas, conceptuales, metodológicas y las experiencias a trabajadores/as de las distintas áreas que a su vez tenían muchísimo que aportar por su trabajo en sitios y espacios de memoria, en querellas en los juicios en las distintas regiones, en archivos, particularmente en el Archivo Nacional de la Memoria, y en un amplio arco de cuestiones vinculadas con el proceso de Memoria, verdad y justicia en su dimensión nacional e internacional. Esa fue la tarea, que no fue sencilla porque muy pronto se declaró la pandemia, frente a lo cual encontramos otros modos como la creación de un sitio interactivo con un montón de recursos para los trabajadores, y generamos instancias de formación, capacitación, intercambio que terminó en avances que nos parecieron muy relevantes en varios sentidos.
CHT: ¿Vos te encontraste con trabas concretas internas?
V.B.: Las trabas para el trabajo en este tipo de líneas son muchas. El macrismo tuvo un impacto nefasto sobre el empleo estatal, la mayor parte de los/as trabajadores/as habían sufrido no sólo niveles salariales muy bajos sino un desarme de sus equipos y tareas y fue muy difícil rearticular todo lo que se deteriorado en un tiempo en que intentaron desactivar todo lo construido en derechos humanos. El impacto de la pandemia, que se sumó a todo lo previo fue también enorme, afectó mucho a la gente y a las posibilidades de trabajar en colectivo, de construir o reconstruir vínculos y relaciones. Haciendo un balance, creo que logramos un montón de cosas en una etapa en la que diversas dependencias del Estado no funcionaron bien, y hubo déficits en las construcciones y dinámicas de trabajo que creo que tuvieron su peso en el camino que nos trajo adonde estamos hoy. Creo que en ese contexto se logró al menos retomar lo que el Macrismo había querido obturar y la intención fue aprovechar la decisión política inicial muy importante para lograr pasos, siempre insuficientes en estos temas, pero que permiten ir armando caminos. Cuando las condiciones dejaron de ser las imprescindibles, se cerró el ciclo allí para volver a trabajar a tiempo completo en el campo de la investigación, que tiene sus limitaciones pero desde el cual venimos desarrollando tareas hace mucho tiempo. Desde ahí seguimos apostando, estamos transitando un proyecto muy valioso con otros equipos sobre las regiones de NOA y NEA, con el propósito de abordar las vinculaciones entre transformaciones económicas, laborales, represivas y sociales y productivas desde la dictadura a la actualidad. El juicio sobre la desaparición de un trabajador vinculado con Las Marías, establecimiento de yerba mate y té en Gobernador Virasoro, Corrientes, mostró un nivel de impunidad, violencia y hostigamiento impresionante. Ese juicio, desarrollado el mismo año que la causa Ford, terminó en absolución, del imputado, Torres Queirel, que no solo era empresario, sino que era el intendente de facto y responsable militar de la zona. Hay territorios en los que la impunidad es mucho mayor y los obstáculos son enormes, por lo cual es importante sumar fuerzas y hacer alianzas de distintos sectores para lograr avances.
CHT: También es muy importante lo que contás para ver los hilos con la actualidad, porque a veces pareciera que no se entiende Jujuy, cómo andan camionetas blancas levantando gente, hay una continuidad…
VB: Absolutamente, es importante también ver lo que en 40 años de democracia no se pudo transformar, los derechos que no se pudieron garantizar, los sectores a los que no se pudo llegar. Cómo hubo presos por tuitear, 60 días en la cárcel por hacer un tweet irónico sobre el exgobernador. Cómo una parte muy importante de la persecución feroz a Milagro Sala tiene que ver con el logro de volver masiva la demanda de justicia para las víctimas del ingenio Ledesma y la visibilización del papel de Carlos Pedro Blaquier. Y esto trae también el papel de muchas mujeres luchadoras en esta historia. De la mano de la lucha enorme de las Madres y Abuelas, que abrieron el camino, en muchos de los casos de responsabilidad empresarial se ve el enorme papel de las mujeres que muchas veces quedan invisibilizadas. En el caso de Ledesma, la enorme militancia de Olga Aredez y a Eulogia Cordero de Garnica, “Rita”, que fueron centrales para esa memoria que todavía está en construcción y en disputa, cuyas historias pueden escuchar en hermosas entrevistas guardadas en el Archivo oral de Memoria Abierta. Estas líneas, con mucho menor desarrollo al que deberían tener, han contribuido a traer de vuelta una historia frecuentemente olvidada y borrada, tanto en ámbitos académicos como judiciales, apuntando a lograr una visión que incluya la dimensión capital trabajo y un poco de justicia y memoria para sujetos, organizaciones y personas que fueron claves en las luchas populares. No sólo visibilizando el papel de las mujeres, sino introduciendo además la dimensión de género, que tiene una enorme fertilidad en su intersección con la dimensión de clase, iluminando formas de construcción de identidades obreras no sólo en los establecimientos laborales sino en las familias, comunidades y territorios.
CHT: Me quedaba una pregunta del tema anterior, sobre el libro Responsabilidad empresarial en delitos de Lesa humanidad, por qué incluyeron una fábrica estatal como Astillero Río Santiago junto a las empresas privadas, en qué sentido es importante. Y además porque me permite ahí introducir la pregunta por las compañeras de esa época. Que por ahí no están reflejadas a veces en las memorias de las luchas sindicales y como tenés algunos trabajos respecto a género y sindicato, en particular el caso de Ana María Nievas como delegada paritaria, pero también había delegadas de sector…
VB: Absolutamente, la Tana Nievas, Matilde Itzigsohn. El caso de Astilleros es muy interesante. Se trata de una empresa estatal que como tal tiene toda una estructura gerencial y organizativa empresarial, pero que estaba además bajo la autoridad de la Marina, entonces no solo es estatal sino que es militar. Tomamos el caso en el informe porque es una de las fábricas con más desaparecidos del país, y porque permitía tener aunque sea una mínima representación de una gran cantidad de empresas estatales, en las que hubo una feroz persecución a sus trabajadores/as durante la dictadura. Teníamos en un principio también la intención de incluir a YPF pero resultó de una magnitud tal que no pudimos encontrar un recorte apto para hacerlo en el tiempo que teníamos, aunque se pudo avanzar en la represión a los trabajadores en ese caso. La historia de Ana María Nievas, como la de Matilde, son ejemplos muy importantes que muestran que las mujeres tenían una doble carga, militar como delegadas o como representantes sindicales era muy resistido por parte de los varones, incluso en las asambleas y demás. Y no sólo en la militancia, también en la persecución aparece la dimensión de género, que implicó en una gran cantidad de casos un tipo de represión generizada, en la que la violencia sexual tuvo un papel importante. Hay también una creciente producción reciente sobre mujeres trabajadoras y militantes en los 60 y 70, hace poco coordinamos un dossier con una enorme historiadora, Andrea Andújar, que contiene varios artículos muy potentes, con enfoques metodológicos y de fuentes muy valiosos y que iluminan algunas de estas historias. Todo esto se produce en el contexto de una muy fértil articulación del movimiento sindical con el feminismo, que costó pero que está abriendo caminos fundamentales. Lo logrado durante el macrismo, que fue el retomar desde el movimiento feminista, particularmente la herramienta del paro internacional de mujeres para el 8M, con la reivindicación del internacionalismo, teje puentes muy necesarios y valiosos entre las dimensiones de clase y de género, de enorme fertilidad.
CHT: Y este 24 cómo lo ves, en este contexto y en relación con todo lo que estamos charlando y con lo que vos has trabajado
VB: Creo que este 24 tiene que ser enorme, tiene que ser el más grande que se haya vivido, me parece que no es para nada casual, que la derecha, la extrema derecha, a nivel mundial y a nivel regional tiene una obsesión con la historia. Primero con reescribir la historia, proponiendo miradas sobre la grandeza pasada, pero además concretamente con imponer una mirada que va desde el negacionismo hasta la reivindicación, en los casos extremos, de los procesos de la dictadura, buscando rescatar el accionar de las Fuerzas Armadas como defensoras de la patria. Esto tiene que ver también con la búsqueda de legitimación de un proceso represivo actual, frente a la protesta y movilización, como vimos en las jornadas de discusión de la Ley Ómnibus en el Congreso. Así como el 8M fue fundamental para responder a otro elemento de la voluntad restauradora y para plantar una reivindicación masiva del movimiento feminista, creo que el 24 de marzo será un momento excepcional de movilización de banderas de memoria, verdad y justicia pero además de la lucha popular por el futuro. En este sentido me parece fundamental la movida para lograr una marcha unificada. Me parece que las diferencias siempre enriquecen, tuvo su sentido y tiene su sentido el que haya distintas corrientes, porque siempre las cosas son contradictorias. Las propias Madres, como muchos de los organismos tuvieron distintas concepciones, disputas, discusiones y diferencias que han iluminado cuestiones difíciles y duras. Pero hay momentos en los cuales unir fuerzas es decisivo, tanto en función de la historia como del futuro. No se puede aceptar una supuesta libertad donde, en realidad, lo que tenemos es un robo a mano armada del salario de los trabajadores, una concentración en determinados sectores que vienen además a proponerse como los salvadores nuevamente. El movimiento de derechos humanos tiene una oportunidad histórica, de decir “acá estamos”. Son 30.000, los desaparecidos son nuestros, son de todos y es una historia que no se puede desarmar, no se puede deshacer. En todo caso puede discutirse. Pero esto que está pasando es la negación de la discusión, es la negación del debate, de la pluralidad y de la construcción colectiva. Es la individualización absoluta y la alteración de las posibilidades de vida en sociedad, con una dosis de autoritarismo, violencia y desprecio que resulta abrumadora.
CHT: Pensaba con relación a lo que decís las modificaciones a la ley del trabajo que se hicieron en la dictadura, las modificaciones que se hicieron en su momento en el 76, y las que se están planteando entre el DNU y la Ley Ómnibus, hay casi una repetición.
V.B. Es una acumulación, más que una repetición, es una sucesión de ofensivas que fueron logrando instalar diversas políticas, leyes y procesos de una regresividad enorme, que en otros períodos progresivos se pudieron ir desandando parcialmente y con grandes dificultades y tensiones. Varias de las leyes y cambios normativos de la dictadura nunca se revirtieron, por supuesto la Ley de Entidades Financieras, pero además una gran cantidad de normativa laboral nunca se pudo discutir. Por eso a mí me parece muy importante cuando se discute lo de Milei, no es el corto plazo, no alcanza sólo con los enormes déficits del gobierno de Alberto Fernández, con el legado devastador del gobierno de Mauricio Macri en términos distributivos, de endeudamiento externo y de destrucción, para entender el enorme nivel de enojo, de bronca y de rechazo.
Tenemos que mirar el ciclo entero desde la dictadura hasta la actualidad, porque hay una acumulación de ciclos de ofensiva contra los derechos conquistados, contra esos procesos de organización de los que hablábamos en los lugares de trabajo, que por supuesto se fueron modificando al calor de las etapas políticas, económicas, los cambios sociales, las transformaciones tecnológicas. Un ejemplo muy claro en este sentido es la expansión de la tercerización laboral, cuestión en la que empezamos a poner el foco a partir del asesinato del militante del PO Mariano Ferreyra. Las investigaciones sobre esta estrategia empresarial permiten ver que un punto central en la habilitación de la expansión de la tercerización fue la dictadura, la brutal mutilación de la Ley de Contrato de Trabajo (junto con el secuestro y desaparición de algunos de sus autores centrales), y fue una cuestión que no pudo revertirse en estos 40 años, durante los cuales la tercerización laboral, que implica la consagración de la existencia de trabajadores de primera y de segunda categoría dentro de los establecimientos laborales, se consolidó como un fenómeno que atraviesa una inmensa cantidad de actividades económicas del sector público y privado. Creo que para la comprensión de cómo llegamos hasta acá es ineludible este análisis de las transformaciones del mercado de trabajo, la clase trabajadora, el movimiento sindical y las relaciones laborales. Los procesos de fragmentación que fueron generando mundos paralelos con derechos completamente desiguales y situaciones radicalmente distintas fueron combustible para el crecimiento de las posiciones de extrema derecha que se alimentan del enfrentamiento, del odio y del rencor, y que llevan a festejar no una mejora propia sino al menos un empeoramiento del conjunto que empareje las cosas, lo cual por supuesto es más que lamentable.
Una de las cuestiones más graves en este sentido fue la falta de una reforma laboral progresiva como tal, que permita dar cuenta de los problemas enormes de la vida laboral que trascienden estas fragmentaciones y divisiones. El impacto de las nuevas tecnologías en el agobio de la comunicación permanente, la esclavitud del celular y la omnipresencia de las pantallas, las brechas de género brutales, la discriminación racista en los ámbitos laborales, la superposición de jornadas en función de la producción y la reproducción, las enormes afecciones de salud física y mental que no se registran, la falta de discusión sobre condiciones de trabajo, la expansión del teletrabajo y la pérdida de los espacios compartidos que habían dado lugar a procesos de organización compartidos, sólo por nombrar algunos, no fueron abordados desde una perspectiva emancipadora para encontrar líneas de acción. Creo que en este contexto, además de enfrentar con toda la fuerza esta ofensiva, que es particularmente dramática por la falta de liderazgos opositores aglutinadores y por una muy profunda crisis de nuestro sistema político, hay que iluminar ese tipo de perspectiva, salir del posibilismo, de este horizonte de lo pragmático, de lo posible y de la solución parcializada y puntual, para empezar a definir líneas de política, proyectos políticos que no sean parches parciales sino que den respuestas comprensivas a una situación que no hace más que empeorar. Tanto la defensa de la educación pública, de la enseñanza universitaria y de la actividad científica y tecnológica, hoy bajo un ataque sistemático, como los procesos de movilización, y particularmente las marchas del 8 y del 24, entonces, me parecen claves en el marco de esta ofensiva terrible que amenaza el sistema democrático, y que declara como objetivo la dolarización, que no haría otra cosa que congelar la enorme redistribución regresiva de ingresos que sumó el gobierno de Milei a una situación que ya era crítica, con medidas de una gravedad, crueldad y regresividad extraordinaria. Las movilizaciones son ámbitos importantes para forjar confluencias entre las reivindicaciones de derechos humanos, laborales, sindicales, de la economía popular, de los feminismos y las diversidades, de los/as migrantes, todas las cuales deberían articularse y poder alumbrar nuevos proyectos políticos que retomen el viejo desafío de lograr una sociedad más igualitaria, más solidaria, más inclusiva y más plural.
CHT: Muchísimas gracias, interesantísimo, así que va a ser un aporte fundamental para el dossier. Te agradecemos mucho.
Entrevista Andrea Arrigoni, Daniel Campione y Sergio Nicanoff