
4 de julio
El informe de la colectiva Periodistas Argentinas, titulado «La cultura del acoso: punto y aparte«, presentado este martes 2 de julio en el Salón de las Provincias en el Senado de la Nación, estuvo encabezado por la periodista Agustina Kämpfer, quien en 2010 fue la primera en denunciarlo por «acosador» y no fue escuchada.
La conferencia de prensa también contó con la presencia de la Ministra de Mujeres y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires, Estela Díaz, el senador Martín Lousteau, las diputadas Mónica Macha y Laura Penacca, la directora de la carrera de Comunicación de la UBA, Larisa Kejval, y el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA).
La denuncia pública releva 19 testimonios de acoso sexual cometido por el sociólogo y periodista especializado en internacional Pedro Brieger en espacios periodísticos, académicos, laborales y vecinales a lo largo de 30 años (al menos, desde 1994). Su presentación tuvo lugar a poco más de una semana de que el periodista de Clarín Alejandro Alfie, quien expuso la denuncia pública contra Brieger y difundió el testimonio de cinco mujeres acosadas a través de su cuenta de la red social X.
«Cuando vean el informe se van a dar cuenta que muchas de nosotras hablamos, no es que todo el mundo calló, pero esas voces no fueron tomadas – expresó Kämpfer – Brieger era nuestro profesor, nuestro compañero de trabajo, nuestro jefe de cátedra, nuestro vecino, nuestro colega, nuestro acosador. Nosotras tuvimos que abandonar nuestras tesis, tuvimos que mudarnos, renunciamos a nuestros trabajos, a integrar comitivas, dejamos de ir a conferencias, a coberturas, todo con el único fin de no volver a verlo. En cambio, él viajó por el mundo, entrevistó líderes, recibió premios, condujo programas, comandó equipos, vivió donde quiso y por el tiempo que quiso y formó opiniones ya que su prestigio profesional logró enmascarar su perversión ante la mirada de todos».
La conferencia de prensa y presentación de las 19 denuncias también tuvo como objetivo exigir legislación al respecto, porque si bien está penalizado el acoso callejero, no hay leyes ni sanciones para los acosos que se cometen en el ámbito laboral y académico. Al respecto, la periodista Nancy Pazos expresó: «esa es la gran deuda que necesitamos saldar, y por eso mismo proponemos que se legisle, específicamente, este tipo de conductas abusivas ya que no es lo mismo una conducta exhibicionista en la vía pública que la de un profesor o un colega en posición dominante. En estos casos existe una asimetría de poder«, remarcó Pazos, quien también señaló la falta de reglamentación y capacitación en la materia en los diferentes ámbitos, y el desfinanciamiento de los programas de prevención y abordaje de violencias de género que lleva adelante el gobierno de Javier Milei.
«Consideramos imprescindible que Pedro Brieger pida disculpas públicas», resaltó Pazos y solicitó que los medios de comunicación y los espacios académicos públicos o privados donde sucedieron los hechos denunciados generen campañas y jornadas de reflexión para la prevención y erradicación del acoso.
Durante la conferencia de prensa, diversas periodistas – algunas de ellas, acosadas por Brieger y, otras, tomando la palabra de quienes no estaban presentes – leyeron algunos fragmentos de testimonios del informe, que compartimos a continuación:
«Un día subí por el ascensor hasta la terraza para colgar la ropa. Él justo había entrado al edificio y subió conmigo. Enseguida me expresó que cada vez que me veía salir con mi bicicleta, le calentaba mi culo subiéndose al asiento. Luego, se abrió la bragueta del pantalón y sacó su pene. No supe qué hacer. Volví a mi casa asustada y helada, dejé el canasto y subí a la casa de unos vecinos a contarles lo que me había pasado (…) apenas pude, me mudé». (vecina del edificio, año 1996).
«Había sido mi profesor, lo elegí para que me entregara el diploma. Era un vínculo de mentoría. Nos juntamos por una propuesta laboral en un café en Barrio Norte (…) Por una hora me habló de cómo se masturbaba recordando cómo me sentaba yo en clase y con la ropa que yo llevaba en la entrega de diplomas (…) me fui. Corrí. Unos días después le envié un correo electrónico, le dije que no me hablara nunca más, le hablé de su abuso de autoridad, de la diferencia de edad, de que la propuesta laboral se había transformado en someterme a su monólogo sexual». (exalumna, año 2001).
«Era redactora del noticiero nocturno y de Visión 7 Internacional. Tenía con él una relación amable, hasta que un día, estando sola en control, él entró y se colocó detrás de la silla en la que estaba sentada. Estaba trabajando, cuando siento que me agarra el cuello y luego mete la mano por adentro de mi pullover y comienza a tocarme. Sentí asco y humillación. Me levanté inmediatamente, fui a la redacción y se lo conté a mis compañeros, que como respuesta se rieron». (periodista de la TV Pública, año 2005).
«La entrevista se hizo en la TV Pública, donde él era columnista internacional del noticiero de la noche. Al comienzo, todo fue normal, hasta que llegamos al camarín. Me hizo entrar y le cerró la puerta en la cara al fotógrafo. Se sacó los pantalones y quedó en calzoncillos, camisa y corbata. Eran unos calzoncillos grandes, de esos que tienen abierto adelante, que abrió aún más para mostrarme su pene. Me quedé helada, pegada contra la puerta, agarrando el picaporte. No pude reaccionar» (periodista, año 2010).
«Comencé a recibir sus comentarios desubicados y traté de soportarlos, pero eran constantes. Hasta que comenzó a enviarme mensajes a mi celular. Y yo, que supuestamente tenía que darles herramientas a las oyentes sobre estos temas, no sabía cómo responderle sin poner en riesgo mi trabajo. Decidí renunciar. Para explicar por qué me iba, le mostré las capturas de pantalla al productor». (columnista de género, Radio 10, año 2019”.
El mandato de masculinidad y la importancia de los colectivos feministas
La denuncia pública contra Brieger vuelve a poner sobre la mesa el concepto de «mandato de masculinidad» acuñado por la escritora y antropóloga Rita Segato en su libro «Las estructuras elementales de la violencia», donde «los hombres se prueban a sí mismos que son hombres a través de la violencia» para seguir perteneciendo a ese mundo de la masculinidad, «una estructura basada en un pacto, que es violento por definición», del cual los hombres forman parte en su conjunto «porque ya no les queda más nada, para poder seguir perteneciendo a la cofradía o club de los hombres, que la violencia».
En el caso de Brieger, se caracterizó por la exhibición de la potencia intelectual, su referencialidad como figura destacada y reconocida en el ámbito académico y del periodismo internacional, que le brindó un manto impunidad, habilitado por sus entornos, para reiterar su violencia a lo largo de los años.
La presentación también vuelve a poner en el centro, en un contexto de fuerte avanzada de los discursos estigmatizantes con los que se ataca al feminismo, la importancia de los movimientos y colectivos feministas (activistas, abogades y periodistas con perspectiva de género) para que este tipo de denuncias y visibilizaciones públicas sean posibles, donde si bien las mujeres violentadas no recibirán una reparación efectiva pero sí una reparación simbólica. Porque del trabajo conjunto y en red de estos espacios depende que esas denuncias dejen de ser invisibles.
ANRed.