
23 de diciembre
Hace unos días, el INDEC dio a conocer los datos de distribución del ingreso del tercer trimestre de 2024. Con esos datos, es posible proyectar la pobreza por ingresos para ese período y tener una foto más actualizada que la última información publicada por el INDEC, que refiere al primer semestre del año.
Al igual que lo que estimaron otros colegas, calculé que la pobreza habría estado en torno al 38%. Esta cifra muestra una enorme baja frente a los dos primeros trimestres (55% y 51%) y es similar a la del mismo período de 2023 (38,6%). Previsiblemente, el Gobierno tomó este dato para señalar el “rotundo éxito” del plan económico en curso.
Muchas personas me preguntaron: ¿cómo puede ser que la pobreza esté en niveles similares al tercer trimestre de 2023 si otros datos de variación de ingresos —como salarios y jubilaciones, por ejemplo— dan caída de poder adquisitivo entre esos mismos períodos? Veamos.
El diablo está en los detalles
Hay un detalle metodológico de la medición de pobreza que históricamente fue poco relevante pero que ahora se volvió importante. Cuando el INDEC mide la pobreza, lo que hace es lo siguiente. Primero, a través de un relevamiento (la llamada “Encuesta Permanente de Hogares” o EPH) pregunta a la población cuáles fueron sus ingresos en el mes previo a la encuesta. Luego, se comparan estos ingresos contra la canasta básica. Pero el detalle es que se coteja contra la canasta básica en el mes actual. Es decir, hay un desfase de un mes entre el dato del ingreso y el dato de la canasta.
Cuando la inflación es baja, este descalce temporal tiene poco impacto en los números de pobreza. Pero cuando hay alta inflación, pasa a ser muy importante. Pongamos un ejemplo. Supongamos que viene un encuestador del INDEC y me pregunta cuanto gané el mes pasado, y yo reporto $1.100.000. Imaginemos que en noviembre la canasta básica costó $1.000.000, y que hubo 20% de inflación entre ese mes y diciembre, de modo que pasó a costar $1.200.000. De acuerdo con la forma de medir la pobreza del INDEC, yo sería pobre, dado que mi ingreso en noviembre es inferior a la canasta básica de diciembre. Pero si no existiera ese descalce y se comparara mi ingreso con la canasta en noviembre, yo no sería pobre. Este desfase temporal entre ingresos e inflación en la medición de pobreza hace que, cuando la variación de los precios se acelera (como ocurrió en los últimos años hasta principios de 2024), la pobreza sube más, y lo contrario cuando se desacelera (como ocurrió en los últimos meses).
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El gráfico a continuación ilustra el punto anterior. Muestra dos líneas: la naranja es la tasa de pobreza trimestral con la forma que medimos siempre, es decir, con el desfase de un mes entre ingresos y canasta. En tanto, la azul es la tasa de pobreza si corrigiéramos ese descalce temporal. Tomaremos sólo los trimestres impares para facilitar la comparación (dado que en éstos se computa el medio aguinaldo, que suele bajar la pobreza unos 2 puntos respecto a los trimestres pares).
Una primera mirada al gráfico muestra que la pobreza con la línea azul es siempre menor que con la línea naranja. Esto tiene total sentido: estamos comparando nuestros ingresos de ayer con la canasta de ayer, en lugar de con la canasta de hoy, que —en una economía inflacionaria como la nuestra— es más cara. Ahora bien, lo que es particularmente interesante es que la brecha entre ambas líneas fue medianamente estable entre 2019 y 2021, y se amplió sostenidamente entre 2021 y principios de 2024, para luego cerrarse bruscamente en el tercer trimestre de este año. La razón del incremento de dicha brecha entre 2021 y principios de 2024 es que la inflación no paró de acelerarse, volviendo mucho más relevante el efecto del descalce temporal en la tasa de pobreza.
En el tercer trimestre de 2019, cuando la canasta subía a razón de un 4% mensual, el desfase entre ingresos y canasta agregaba unos 2 puntos de pobreza. Para el tercer trimestre de 2023, cuando la inflación mensual era del 11%, el efecto metodológico del descalce llegó a incrementar 5 puntos la pobreza. Para el último trimestre de 2023 y el primero trimestre de 2024, con subas de precios que promediaron el 16% mensual, ese efecto llegó a ser enorme: ¡8 puntos! La brusca desaceleración de la inflación de los últimos meses llevó a que la inflación de la canasta básica pasara a ser de alrededor del 3% mensual en el tercer trimestre. Fruto de ello, el efecto del descalce temporal casi desapareció y se redujo a menos de 1 punto porcentual.
¿Qué pasó entonces con la pobreza? Entre los terceros trimestres de 2019 y 2023 (que coincide casi en su totalidad con el último gobierno peronista), la pobreza pasó del 33,2% al 38,6% con la metodología de siempre. Es una suba de 5,4 puntos. Ahora bien, si corregimos el descalce mencionado, encontramos que la pobreza pasó del 31,4% al 33,9%. La suba es menos pronunciada: de los 5,4 puntos que subió, en realidad hay casi 3 que se deben al efecto metodológico del desfase entre ingresos y canasta en un contexto de inflación creciente.
Ahora veamos lo ocurrido en lo que va del gobierno de Milei. Los datos oficiales, sin corregir por el descalce metodológico, muestran una pobreza que pasó del 38,6% al 54,9% entre el tercer trimestre de 2023 y el primer trimestre de 2024, para luego reducirse al 38,1% en el tercero de 2024. Es una impresionante baja de casi 17 puntos en medio año e incluso de medio punto comparado contra 2023.
Ahora bien, cuando corregimos ese desfase tenemos una historia bastante diferente. La pobreza subió un poco menos apenas iniciado el Gobierno (nunca llegó a superar el 50%), y bajó considerablemente menos después (10 puntos en lugar de 17). Si comparamos 2024 contra 2023, vemos que en el tercer trimestre de este año no estuvimos en niveles del año pasado, sino todavía 3,5 puntos por arriba.
Este resultado va en línea con el resto de los datos existentes de poder adquisitivo (como salarios reales, jubilaciones reales, etc.), que muestran en todos los casos —con la única excepción de la Asignación Universal por Hijo— una caída frente al mismo período de 2023 (ver gráfico previo). Estas otras estimaciones no tienen el desfase temporal mencionado, y lo que hacen es comparar ingresos e inflación en exactamente el mismo período.
Sin ir más lejos, miremos cómo da la variación del poder adquisitivo por estratos de ingresos si mantuviéramos el descalce temporal mencionado versus si lo elimináramos. En el primer caso, para el tercer trimestre, daría crecimiento interanual del 3,7% en el conjunto de la población y con todos los estratos ganando poder adquisitivo. En el segundo caso, daría caída de un 5,2% en el ingreso per cápita promedio de los hogares, con 9 de los 10 estratos en retracción.
Dicho todo esto, ¿qué es lo correcto? Salvo la pobreza por ingresos (o las estimaciones de ingresos en base a la EPH, que como dijimos es la fuente de información para la pobreza), todas las mediciones que se hacen de poder adquisitivo habitualmente comparan ingresos e inflación en el mismo mes, sin el desfase temporal. Si queremos tener una mirada más precisa, deberíamos corregir —o al menos incorporar al análisis— ese descalce, particularmente relevante en momentos de fuertes movimientos en la tasa de inflación.
Lo que viene, lo que viene
El INDEC nunca publica los datos de pobreza por trimestre (como hemos hecho aquí), sino que lo hace de modo semestral. El próximo informe de pobreza se dará a conocer a fines de marzo, y referirá al segundo semestre de 2024. Es muy probable que la pobreza dé por debajo del 42% del segundo semestre de 2023 e incluso menos que 40%. Los libertarios festejarán y dirán que ya estamos bastante mejor que en el Gobierno anterior. Algunos opositores pondrán algún manto de sospecha sobre las mediciones y lo negarán, con argumentos que en su mayoría serán flojos de papeles.
Ahora bien, si hiciéramos el análisis eliminando el descalce temporal entre ingresos y canasta, es bastante más plausible que en el segundo semestre de este año la pobreza haya sido 2 o 3 puntos mayor a la del mismo período del año pasado. Esto sería algo totalmente consistente con ingresos —y consumo— que, hasta la fecha, no terminaron de recuperarse del todo.
Pero más allá de estas muy relevantes discusiones metodológicas, hay algo que es innegable: la pobreza bajó fuerte respecto a los primeros meses del año. Y, de seguir así, es posible que las cifras de pobreza de 2025 den mejor que las de 2023 —aun en las mediciones que corrigen el desfase temporal de ingresos y canasta—. Pero para que eso ocurra, el actual esquema macroeconómico —que ha tenido en el atraso cambiario un componente central que permitió la baja de la inflación y, con ello, de la pobreza— deberá ser sostenible. ¿Lo será?.
Cenital.