
16 de enero
“La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”, repite el presidente Javier Milei desde sus tiempos de panelista de televisión. Para el equipo económico, la situación es más compleja. Al ancla fiscal (linkeada con el ancla monetaria, es decir, la decisión de no emitir más moneda para financiar al Tesoro), el esquema sumó un ancla cambiaria (suba del dólar oficial del 2% por mes y control de las cotizaciones paralelas) y algunos controles de precios. Las tarifas aumentaron con fuerza en el primer trimestre, pero luego tuvieron indexaciones acordes al objetivo de desinflación.
La nueva fase del modelo económico supone más incentivos para la bicicleta financiera y un ancla salarial. El martes, una vez conocido el Índice de Precios al Consumidor de diciembre, el Banco Central anunció que, desde el 1 de febrero, el dólar oficial subirá 1% por mes. “El ajuste para el tipo de cambio continúa cumpliendo el rol de un ancla complementaria en las expectativas de inflación”, indicó la entidad que preside Santiago Bausili, el exsocio del ministro Luis Caputo en Anker.
El mercado esperaba que el Banco Central también bajara la tasa de interés de política monetaria, que sirve como referencia tanto para los plazos fijos, las billeteras virtuales y los bonos en pesos que renueva periódicamente el Tesoro, como para el crédito al sector privado. Al cierre de esta edición, la tasa permanecía en 32% anual, valor fijado el 5 de diciembre.
A pedalear
El descalce entre el menor ritmo de devaluación y la tasa favorece el carry trade. Por un lado, incentiva a que los exportadores liquiden rápido para hacer tasa en pesos, antes de que esta baje. Esa liquidación engrosa las reservas del BCRA y también agrega oferta al mercado paralelo del dólar, ya que el 20% debe liquidarse en ese segmento. A su vez, los importadores están tentados a diferir pagos y las empresas, a tomar créditos en moneda dura.
La tasa en pesos más jugosa, comparada con la devaluación esperada, también ayuda al Tesoro a renovar sus vencimientos de deuda. En enero, vencen casi $16 billones; esta semana deberán rollearse $1,6 billones. Si bien las tasas tienen como referencia el rendimiento de los bonos en el mercado secundario de deuda, una baja de tasa de Política Monetaria anticipa un menor atractivo para esas licitaciones. Distintas fuentes del mercado esperan que el Banco Central convalide una baja de tasas luego de la licitación que permita al Tesoro renovar deuda y absorber más pesos (a un costo actual mayor al futuro, ya que la baja de tasas abarata lo que pagará el Estado por su deuda).
Todo está puesto en el negocio del carry trade, clave para el ancla del dólar paralelo y para sumar divisas. “Desde la última baja de tasas, el rendimiento del carry había quedado en torno a 6% en dólares”, dijo Federico Moldovan, economista de C-P. Como los bonos en dólares, rinden en torno a 10%, el negocio había perdido atractivo. Por eso, el Banco Central intervino con fuerza para planchar el dólar paralelo desde fines de diciembre. Ese mes vendió unos USD 300 millones para contener el contado con liqui y el dólar mep. En estos últimos días, las ventas se aceleraron.
El nuevo descalce entre la devaluación prometida y las tasas actuales llevaría el retorno a niveles de 18% en dólares. Por eso, el mercado espera una baja de tasas del orden de los 500 puntos básicos, que no compense toda la apreciación cambiaria prometida y deje a la bicicleta financiera con suficiente recorrido para pedalear. Traducido: aun con baja de tasas, el carry trade será más redituable que en diciembre.
La consultora PxQ analizó el nuevo esquema para contener la inflación con apreciación cambiaria. “La baja del crawl intenta concretar una carambola a 3 bandas: reducir la inflación y la tasa, pero manteniendo el carry-trade. Además de bajar el crawl, se espera que el BCRA baje la tasa de interés, tanto la de tasa de política monetaria como la tasa de pases activos. Esto tiene sentido dado que en un contexto de menor nominalidad la tasa real queda demasiado alta y, a su vez, dado el arbitraje con la tasa del Tesoro, obliga al Tesoro a pagar un costo financiero alto por la deuda que emite en moneda local. La decisión de bajar la tasa de interés sería de una magnitud tal que siga garantizando el diferencial entre la tasa en pesos y el crawling-peg”.
Al incentivar el crawling peg, el Gobierno reduce la brecha y se asegura la fijación del tipo de cambio para contener los precios de los bienes transables, que subieron 1,9% en diciembre. La paradoja es que lo que iba a ser consecuencia de la desinflación (la baja del tipo de cambio) termina siendo causa. Lo remarcó Emmanuel Álvarez Agis, en diálogo con Cenital: “Milei dijo que iba a bajar el crawling cuando bajara la inflación y ahora bajó el crawling porque subió la inflación”, sostuvo. El IPC subió desde el 2,4% de noviembre, pero el Gobierno lo atribuyó a la estacionalidad de diciembre y decidió convalidar la baja del ritmo de devaluación que había prometido si el IPC rondaba el 2,5% por tres meses seguidos.
Como contracara, el Banco Central acumula menos reservas, las importaciones se vuelven más baratas y exportar es más difícil y la balanza de pagos se vuelve crónicamente deficitaria. Es decir, salen más dólares de los que entran. Es la discusión con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que quedó plasmada el viernes con la publicación del análisis ex post del crédito que el FMI firmó con el gobierno de Alberto Fernández, con Martín Guzmán como ministro.
Más allá de la evaluación que hizo el Fondo sobre lo que no funcionó en tiempos de Alberto, Guzmán y Sergio Massa, y del elogio que hizo el directorio a la política fiscal de Milei, el organismo multilateral de crédito señaló la inconsistencia del déficit de balanza de pagos. Y el Gobierno le respondió. “No estamos de acuerdo con la evaluación del informe de que ‘la política fiscal soportó la mayor parte del esfuerzo de desinflación’”, dijo el equipo económico en ese documento. “Sin los correspondientes cambios en las políticas monetaria y cambiaria, Argentina habría caído en hiperinflación a pesar del ajuste fiscal”, continuó. Luego, defendió la intervención en el mercado paralelo: “Un nuevo marco de política monetaria, que introdujo agregados monetarios cuantitativos a partir de junio de 2024, fue esencial para romper las expectativas de inflación y acelerar el proceso de desinflación”, sostuvo Caputo. “Al mismo tiempo, el crawling peg del 2% fue fundamental para anclar las expectativas de inflación y tipo de cambio”, añadió.
La discusión quedó establecida para el nuevo programa, con el que el Gobierno espera conseguir al menos USD 11.000 millones sin devaluar. “El firme programa de desinflación tuvo éxito principalmente porque Argentina siguió las políticas y perspectivas de las autoridades sobre las tasas de interés y las políticas cambiarias, incluso si estas no estaban completamente alineadas con las del FMI”, escribió el Gobierno en ese intercambio con el directorio del Fondo. “Si Argentina hubiera elevado las tasas de interés reales o se hubiera desviado del crawling peg del 2%, el resultado habría sido una mayor emisión monetaria y una continuación de la espiral inflacionaria”, concluyó. Irónicamente, el informe, cargado de críticas a la política económica de Sergio Massa, lleva la firma de Leonardo Madcur, actual representante argentino ante el FMI y exjefe de Gabinete de Massa en el Palacio de Hacienda.
Los salarios
Con bajar el gasto y anclar el tipo de cambio no alcanza. El Gobierno profundizó la decisión de no homologar paritarias que se aparten de la pauta de inflación no escrita. La Unión Obrera Metalúrgica (UOM) firmó un acuerdo de 5,5% para noviembre (en compensación de los meses de pérdida de poder adquisitivo), 2% en diciembre (contra un IPC del 2,7%), 1,5% a partir de febrero y 1% en marzo. La paritaria de Camioneros fue similar, con un bono compensador y porcentajes nominalmente bajos para 2025. Y la oferta a estatales es del 1% por mes.
“Los servicios continúan con la inercia que vienen presentando desde septiembre y siguieron en la zona del 4% por cuarto mes consecutivo. Los aumentos nominales en salarios explican parte importante de la dinámica”, leyó la consultora C-P del dato de inflación del INDEC. Con el tipo de cambio como ancla para los bienes transables y las facturas de servicios públicos todavía fuertemente subsidiadas, el Gobierno supone que anclar los salarios es la manera de bajar esa carga de servicios.
Federico Furiase, asesor de Caputo, convalidó el ancla salarial sin querer queriendo, al destacar un título de Infobae sobre la paritaria de Camioneros. “La nominalidad de las paritarias convergiendo hacia las expectativas de desinflación, en un entorno de corrección de precios relativos y recuperación económica en “V”, es clara señal de la credibilidad en las anclas del programa macro como motor principal de la desinflación con crecimiento y orden macro”, destacó. En su lectura, los sindicatos se alinean con la pauta de inflación del Gobierno por voluntad propia y no por presión del secretario de Trabajo, Julio Cordero.
Sin más margen para bajar la inflación a fuerza de ajuste, la contención del dólar y de los salarios jugarán un rol fundamental. La desinflación es el principal activo del Gobierno de cara a las elecciones. Los inversores celebran el ajuste, la baja del riesgo país y el todavía apetecible retorno del carry trade. Es como con la pirotecnia: lo que a unos divierte, a otros asusta.
Cenital.