
21 de octubre
«¿Sabes donde queda la Plaza Luciano Arruga?», pregunta Oscar Escobar desde la ventanilla del auto a jóvenes que exhiben una mirada perdida perdida. La pregunta recurrente tanto en la avenida Juan Manuel de Rosas, como en San Martín contrasta fuerte con lo que sucedía años atrás, antes de la pandemia y el otro desastre todavía peor: el desastre social, cuando masivas movilizaciones recorrían esas calles hasta llegar a la plaza, colmándola.
«Luciano arruga… ¿no era el pibe que mató la policía?», responde con algo de sentido un señor en una plaza que no era la de la convocatoria, después de la menos 4 o 5 preguntas sin éxito. Tampoco sabía mucho: desconocía que había una convocatoria pero al menos sí recordaba al nombre de Luciano. Los medios masivos hicieron su aporte para silenciarlo, pero en aquellos años las masivas movilizaciones rompieron ese cerco.
Al llegar a la plaza se escucha a lo lejos el sonido y se vislumbran desde la esquina opuesta las banderas colgadas. Hay una estatua de la justicia creada que por la noche arderá en el fuego, una muestra fotográfica y muchas de las banderas que recorrieron tantas movilizaciones en el pasado. En el medio está la mesa con la radio abierta.
Se recordaron, no solo anécdotas de movilizaciones pasadas o de como era Luciano. También se mencionó a Santiago Maldonado y a otras víctimas. En esa plaza, y de la mano de las mismas personas estuvieron presentes los rostros y las memorias de muchas otras víctimas: desde Daniel Solano, a Carlos Painevil, ambos desaparecidos en el Alto Valle, o Kiki Lezcano, con una historia tan parecida a la de Luciano o Mariano Ferreyra, de cuyo asesinato hoy mismo se cumplen 14 años. Esa Plaza, alejada de los epicentros tradicionales aglutinó a muchas luchas y dolores: una unidad que urge reconstruir. Más en estos tiempos tan duros.
Bautizado como el «día de la lealtad a la impunidad» porque en esa fecha se encontraron los cuerpos tanto de Luciano Arruga, como de Santiago Maldonado, la fecha encontró un nuevo significado en el reclamo de justicia. «Fue el día donde se me acabó la esperanza» cuenta Mónica Alegre dando también muestra de lo que fue su lucha incansable durante mas de 5 años, bajo la cuál nunca perdió la esperanza de volver a tener a Luciano con vida.
La historia de Luciano desenmascara muchos mitos: por un lado el de un gobierno que se autoproclamaba defensor de los Derechos Humanos pero cuyos medios de comunicación afines intentaron ocultar que había un desaparecido en democracia, el la provincia de Scioli (quien redujo lo sucedido a «un episodio hospitalario») y La Matanza gobernada por Espinoza. Desenmascaró el mito de la Policía y de lo que significa «pedir mas policía» mientras Susana Giménez alzaba la vos pidiendo pena de muerte en el prime time televisivo. Desenmascaró las falsas morales mostrando la corrupción de la policía queriendo mandar a un pibe a «robar para la corona». Luciano se negó a robar para la policía, desde ese entonces fue hostigado hasta que a finales de enero del 2009 no se supo nada mas del durante más de 5 años y medio. «Si Luciano hubiera aceptado robar hoy estaría acá dando la nota él» comentó Mónica en una breve conversación con ANRed.
Si de «robar para la policía», o de «policía que roba» o de «robar y matar mostrando una placa de policía y anunciándose como tal» se trata, tenemos al anónimo asesino de Camilo Caupolicán Escobar, quien había estado presente en una movilización por Luciano Arruga antes de ser asesinado en enero de 2019 por un presunto policía en el barrio de Caballito. El asesino, además, se llevó un bolso con kilos de marihuana. Nunca se supo de él, pero pocos minutos después del crimen, retornó al lugar a buscar su moto y, pese a que un testigo lo reconoció y gritó «ahí está el asesino», la policía de la comisaria 6ta (de la calle Díaz Vélez frente a Parque Centenario) no hizo nada para detenerlo. La complicidad institucional con el asesino continuó los años siguientes.
A mas de 5 años de su muerte poco se sabe del asesino: solo unas imágenes difusas que la justicia tardó mas de 5 años en mostrar y que muy lejos están de ser todas las pedidas por la querella. Oscar, su padre, estuvo presente en la Radio Abierta.
En su intervención, Oscar hizo un llamado a la unidad para lograr que todas las causas puedan confluir en una masiva movilización, y que todas estas fechas que se acumulan y tienen una fuerte carga emotiva no se reduzcan a meras «efemérides de la angustia». «Tenemos que encontrar cauces de unidad en las luchas y encontrar un camino, con pocos pero firmes acuerdos donde las movilizaciones sean masivas. Donde dejemos de lado nuestras miserias humanas, que todos y todas las tenemos y peleemos por Luciano. Mi hijo vino hace muchos años a una marcha por Luciano», dijo Oscar al borde del llanto. «Pedimos justicia, esta imagen no es un holograma, ni fue creada con inteligencia artificial, es una persona real, pedimos justicia y que nos ayuden a encontrarlo», concluyó.
ANRed.