
28 de septiembre
¿Qué es el ser humano?¿Qué lo define como tal?¿La individualidad o la
sociabilidad?¿Todo está permitido en pos del éxito individual?¿La posibilidad
del bienestar económico da lugar a cualquier actitud sin tener en cuenta las
consecuencias para el resto de la sociedad?
Hoy, en nuestra Patria, se está dando este debate de fondo. Detrás de la
destrucción de la economía y del tejido social, de la represión feroz frente a
la protesta, de la miseria planificada que se enseñorea en nuestro país,
detrás de todo eso hay una batalla cultural pensada y diseñada para terminar
con todo resto de sentido colectivo, de mirada comunitaria, de construcción
con otros y otras.
El objetivo es muy claro: la pelea de pobres contra pobres, de trabajadores
con trabajadores para cortar definitivamente los lazos de solidaridad que son
fundamentales para hacer de la justicia social una realidad efectiva. Por eso
la violencia verbal, la violencia simbólica y la violencia represiva, para
habilitar desde arriba la implosión social en nuestros barrios.
Esto tiene como fundamento dos absolutos para este gobierno: el individuo
aislado y la libertad omnipotente como esenciales a la humanidad. Su
discurso y sus decisiones a nivel económico y político van en este camino,
negando no sólo el carácter social de lo humano, sino también la
interrelación entre los distintos valores: libertad, igualdad, justicia, etc. Por
eso, el déficit fiscal cero basado en la destrucción de los salarios y las
jubilaciones y no en impuestos a las grandes fortunas o a los bienes
personales, es un ejemplo de esto.
La autonomía individual no va en desmedro de la construcción comunitaria,
sino que es parte constitutiva de la misma. De la misma manera, la
comunidad afianza y fortalece el crecimiento de lo personal. El todo, lo
comunitario, es superior a las partes, pero las partes constituyen y forman el
todo.
Desde la evolución de la humanidad, lo colectivo ha sido y es parte
constitutiva de lo que llamamos “lo humano”. Los textos míticos de creación,
en las distintas culturas, siempre han mostrado que el otro, la otra, es parte
de mi esencia como parte del colectivo humano. Hasta lo divino es
presentado como comunitario (en el Génesis, se nombra a Dios como
“Elohim” que significa “los dioses”, o la misma idea de la Trinidad, tres
personas y un solo Dios).
Esto da lugar para la esperanza, para no creer que todo está perdido. Para
eso, tenemos que reconstruir y fortalecer las solidaridades cotidianas y las
construcciones comunitarias aunque sean pequeñas. Nadie se salva solo. La
soledad individual no es la solución para que las grandes mayorías puedan
tener la posibilidad de vivir con dignidad. La Patria, la Nación, el país, es un
proyecto colectivo.
Frente a tanto desprecio y ninguneo de lo humano, hay muchos que nos
marcan el camino de la reconstrucción a través de la lucha: las y los jubilados
que no sólo pelean por ellos sino por las futuras generaciones, las mujeres
que siguen sosteniendo como pueden los comedores, dándole batalla al
hambre todos los días, los docentes públicos de todos los niveles que no se
resignan a que desfinancien la educación, aquellas y aquellos que van
perdiendo el miedo y saltan los molinetes en el subte o el tren frente al
aumento de tarifas. Los dirigentes políticos, sindicales y religiosos que no
están escondidos esperando un cargo, un beneficio o una limosna, sino que
ponen el cuerpo junto a las y los que están sufriendo.
Este gobierno es inhumano, cruel, insensible. Llega al límite de celebrar
decisiones que destruyen a las grandes mayorías y favorecen a unos pocos.
Milei es la negación de lo humano, y la cara de la crueldad y del sadismo.
No hay tiempo para esperar condiciones o correlación de fuerzas. Es
momento de construir con otras y otros, de restablecer vínculos, de edificar
relaciones nuevas y solidarias. Frente a la barbarie y la desolación hay que
contraponer la compasión, la empatía, la solidaridad, la mano tendida, el
encuentro fraterno, el abrazo que nos motiva a la lucha compartida. No
podemos quedarnos en peleas internas o discusiones que a nadie le
interesan.
Hay vidas en juego, no números. No es sólo un modelo económico lo que
está en disputa, sino la posibilidad de que la Argentina sea verdaderamente
humana.
Antonio “Tony” Fenoy
Coordinador del Colectivo de Teología de la Liberación “Pichi Meisegeier”