Noticias | febrero 15, 2020

Mi compañera de equipo, mi novia: tres historias de amor del fútbol femenino argentino


“No se puede ganar un torneo sin gays en tu equipo”. La frase pertenece a Megan Rapinoe, la gran futbolista estadounidense que fue figura de la selección de Estados Unidos que se consagró campeona del Mundial de Francia 2019 y que, a nivel individual, acumuló decenas de premios (entre ellos, el Balón de Oro y The Best) en la temporada que pasó.

Algo provocadora, pero con la intención de generar una visibilización, Rapinoe optó por hablar en voz alta de un tema que ha convertido en una de sus banderas: la diversidad sexual en el fútbol. Abiertamente lesbiana (y en pareja hace algunos años con la basquetbolista Sue Bird), la jugadora del Reign FC no pierde oportunidad para hablar sobre los derechos de la comunidad LGBT y para luchar contra la homofobia, no solo en el ámbito en el deporte, sino en todos los planos.

A diferencia del fútbol masculino, no es extraño que las jugadoras hablen abiertamente de su sexualidad, que se muestren con sus parejas del mismo sexo y que hasta hagan de esas expresiones una postura política.

“Si un jugador saliera del clóset, sería más fácil para otros hacer lo mismo, ¿Qué cambia para un futbolista si es gay o no?”, analizó la delantera holandesa Vivianne Miedema hace algunas semanas. Ella misma está en de novia con su compañera del Arsenal de Inglaterra Lisa Evans y tiempo atrás dio cátedra en una entrevista en la que el periodista le preguntó si “le gustaban los chicos malos o los que serían ‘buenos yernos’ para sus padres”. “Una buena nuera”, respondió ella, con una sonrisa y sin titubear.

Cabe preguntarse entonces por qué, mientras en el femenino no existen tabúes o prejuicios respecto de las relaciones sexoafectivas de las personas, en el fútbol masculino no se conoce un solo caso de un jugador profesional que haya asumido abiertamente su homosexualidad. Aunque en Argentina algunos referentes empiezan a manifestarse sobre el tema -tal es el caso de Daniel Osvaldo o del Monito Vargas- no hay casos de varones que se asuman gays públicamente.

El fútbol femenino de Argentina tiene numerosos casos de parejas que se formaron dentro de los equipos. El tiempo compartido entre los entrenamientos y la competencia hizo que nacieras diversas historias de amor y, en el día de San Valentín, Infobae recopila algunas de ellas.

Florencia Fernández y Justina Morcillo
Las futbolistas se vieron por primera vez en River, club en el que ambas juegan en el equipo profesional. “Después de dos meses de conocernos, empezamos a estar juntas”, contó Flor. La chubutense, que participó de una de las últimas campañas de lanzamiento de las camisetas oficiales del Millonario, recalcó que tanto sus familias como sus compañeras tomaron con naturalidad la relación.

Su noviazgo ya lleva más de un año y, en el último tiempo, se animaron a la convivencia. “Fue medio progresivo”, explicó Justina, que además, integra la selección argentina Sub 20 que en marzo jugará el Sudamericano clasificatorio para el Mundial de la categoría. Ella, que es de La Plata, comenzó a quedarse cada vez más tiempo en la casa de su novia, que vive cerca del estadio Monumental, y, finalmente, decidieron vivir juntas. “Tenemos una relación súper buena. Somos las dos tranquilas y no tenemos problemas en el día a día”, destacaron.

“En el fútbol femenino se expresan la diversidad, la sexualidad y todas las diferencias que tienen las personas, y se aceptan. De base, hay otra forma de ver la realidad. En el masculino predomina la violencia, el machismo y la homofobia. El femenino es muy distinto a eso, por suerte. Espero que no tratemos de de copiar las cosas malas del masculino, sino lo bueno, y que el masculino copie las cosas buenas del femenino, donde se intenta incluir mucho a todos, a todas y a todes”, evaluó Justina.

Para la platense, la disciplina tiene un marco que permite la expresión de todas las orientaciones: “Se vive de otra manera: como un deporte, como un juego y como una forma de cambiar la realidad de muchas de las chicas, aceptando a cada una como es. Eso también se ve reflejado a la hora de ver los partidos, de ir a la cancha, ya que es un ambiente muy distendido. Espero que con el profesionalismo no se pierda eso porque es una de las mejores cosas que tiene el fútbol femenino”.

“La homosexualidad es un tabú muy grande (en el fútbol masculino), no sé si hay algún jugador abiertamente homosexual. Es algo que está mal visto, se juzga mucho en ese ambiente y no debe ser fácil convivir así. Si no pensás así, no sé si lo soportas. Igual, creo que se puede cambiar. Habría que empezar por cada uno”, concluyó.

Estefanía “Pepi” Piazza y Candela Cejas
“El fútbol nos unió”. Pepi y Cande no dudan respecto de cuál fue la razón por la que sus caminos se cruzaron. Hace algunas temporadas compartieron plantel en Platense, pero en ese entonces “cada una estaba en la suya”. Hace ocho meses se reencontraron, las dos estaban solteras y “flashearon”.

“Ninguna tuvo problemas en cuanto al entorno familiar y mucho menos en cuanto a amigos, amigas ni a quienes nos entrenan. Nosotras nos mostramos abiertamente en redes sociales, en salidas, caminamos por la calle de la mano, nos damos besos y nos decimos cuánto nos amamos con total libertad”, destacó Pepi.

El fútbol las unió, pero también las enfrentó -al menos, en el plano deportivo-. Hace algunos meses, estuvieron cara a cara en la cancha en un partido de Primera División: Pepi defendiendo los colores de Racing y Cande, los de Platense. Sin embargo, eso no volverá a producirse, al menos en la actual temporada. Hace algunos días, Cejas anunció su salida del Calamar por diferencias con la conducción y seguirá vinculada al deporte en el futsal de Sportivo Barracas.

Para Pepi, es clave que un/a referente del deporte hable abiertamente su homosexualidad para que otros/as se sientan contenidos. Por eso celebra el ejemplo de Rapinoe, “que se puso la bandera y protegió los derechos y el orgullo de mostrarse”.

“En el fútbol masculino los jugadores están inmersos en una violencia que les exige ciertos patrones de masculinidad. Dentro de estos patrones establecidos, la homosexalidad no entra, está mal vista. Es muy difícil que un hombre homosexual pueda expresarse libremente. El tabú se da por esa violencia y por lo que estipula el patriarcado respecto de lo que ‘el macho’ tiene que ser en la vida. El fútbol es una estructura súper patriarcal en la que está muy mal vista la homosexualidad. El femenino, por el contrario, es un espacio en el que nos encontramos contenidas. Hemos sido relegadas en un montón de ambientes, pero acá estamos colectivamente unidas y eso te hace más fuerte”, agregó la mediocampista de la Academia.

Las jugadoras consideran que el movimiento feminista les dio la autonomía y la libertad para decir abiertamente que son lesbianas.

“El feminismo atraviesa el fútbol. Eso nos protege muchísimo y hace que podamos mostrarnos a mucha honra las mujeres que somos lesbianas. Y las heterosexuales también. ‘Bancamos’ a muerte cualquier tipo de orientación y gusto de cada una”, recalcaron.

Sofía Giannini y Dolores Maregatti
El tiempo compartido entre vestuarios, entrenamientos y juntadas del plantel de Racing hizo que Sofi (delantera de la primera división) y Dolores -Loli, como todos la conocen- (una de las figuras de la Reserva) terminaran enamorándose. Primero fueron amigas, pero luego decidieron ponerse de novias.

Aunque ambas valoran que en “La Academia” hay un grupo humano “con la cabeza súper abierta”, admiten que al principio les costó blanquear su romance. “Nunca se sabe cómo lo van a tomar en los clubes”, sostienen.

“Nosotras sabemos diferenciar: cuando estamos en Racing somos todas compañeras. Pero fuera del club tenemos nuestra vida privada y estamos muy felices de poder mostrarnos abiertamente, sin que nos juzguen”, resaltaron las futbolistas, cuyas familias nunca tuvieron problemas con su vínculo.

Sofi y Loli se reconocen como afortunadas. Saben que no todas las chicas tienen la oportunidad de mostrarse públicamente con sus parejas: “En el ambiente suele haber barreras. Muchas veces sufren acoso y amenazas de sus propios entrenadores, que les dicen que les van a contar a sus padres, sabiendo que en la gran mayoría de los casos es difícil la aceptación de los familiares que tienen otro tipo de pensamiento”.

Las futbolistas aseguraron que el fútbol se volvió un refugio en el que sienten “cómodas, sostenidas y fuertes”. “Muchas veces nos relegaron de muchos espacios por ser mujeres, futbolistas y lesbianas”, lamentaron.

“Entre nosotras logramos tener nuestro propio espacio en el cual nos sentimos más unidas, sin importar la sexualidad que tengamos. Por eso es fácil mostrarnos entre nuestras compañeras, sabemos que nos vamos a apoyar”, sostuvieron las jugadoras que también mencionaron a Rapinoe y a su discurso como un factor clave para sacar del clóset a la homosexualidad en el fútbol.

Y respecto de por qué el ambiente del fútbol masculino es tan hostil a la diversidad sexual, reflexionaron: “Los varones nunca tuvieron que luchar por jugar al fútbol. Siempre tuvieron su lugar de privilegiados. Pero la gran diferencia es que ellos no pueden mostrar libremente su sexualidad. Tan es así que entre compañeros se dicen ‘puto’ a modo de insulto. Para ellos eso significa denigrarse. Les pesa mucho su masculinidad, que es la que les impone la sociedad machista que tenemos. Ojalá todo esto pueda cambiar. Es hora de empezar a desconstruir lo que la sociedad nos impone y que podamos ser libres sin importar nuestra orientación sexual, ni el deporte que hagamos. Todavía hay mucho por mejorar”.

Fuente: infobae

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