Noticias | diciembre 30, 2020

Argentina. El aborto es ley: lo ganamos en la calle


La alegría no nos entra en el cuerpo. Tipeamos las palabras intentando hilvanarlas con la emoción que nos recorre los cuerpos. Aún temblamos. Desde que comenzó el debate, estuvimos expectantes, ansiosas, llorando, riendo, gritando y cantando. Algunas vinimos a Buenos Aires, afuera del Congreso, queriendo retener en la retina la multiplicidad de acciones, colores, espacios que se desparraman verdes por la capital. Otras estamos en Córdoba, nuestra casa, compartiendo con nuestra manada. Otras respiramos el aire cordillerano de Mendoza, los vientos de San Luis y San Juan. Algunas más recorren Salta retratando esta celebración. Somos federales. Así, este equipo tintero teje esta crónica histórica.

Con el sol de la tarde, nos instalamos en la tierra, en el asfalto, entre banderas, debajo de las carpas, alrededor de los escenarios y los semáforos. Con pañuelos barbijo, pañuelos pupera, pañuelos pulsera o pañuelos en las cabezas recordando a las madres de la plaza, miramos el Senado a través de las pantallas, para después mirarnos entre nosotras y reconocernos en este largo camino recorrido.


Imagen: Eloísa Molina para La tinta

El proyecto y la votación
En distintos puntos del país, desde temprano, grupos de activistas feministas y disidentes nos convocamos una vez más para esperar juntes la votación final. La noche de la última vigilia fue larga, como largos fueron los años recorridos hasta llegar acá. Seguimos el poroteo con mucha ansiedad. La voracidad del minuto a minuto nos mantuvo atentas, alertas y acechantes.

Especulaciones, mensajes a les senadores y la presión se hicieron sentir en un loop constante. No sabíamos cuál sería el resultado, pero la esperanza rondaba las calles, las miradas cómplices, la confianza del camino recorrido. A la madrugada, por fin, la votación. Mantuvimos la respiración: 38 votos a favor, 29 en contra y 1 abstención.

Hoy, el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) es ley: el Senado confirmó una lucha histórica del feminismo. Como pocas veces, el clamor de la calle fue escuchado por quienes dicen “representarnos”. Lo hicimos: hoy, recuperamos algo de la soberanía y la autonomía sobre nuestros cuerpos.

Sin tener que dar explicaciones a nadie, las personas con capacidad de gestar podemos abortar libremente hasta las catorce semanas en todo el territorio nacional. El sistema público de salud, las prepagas y obras sociales deberán garantizar los medios para que sea posible. Después de ese plazo de gestación, se podrá seguir accediendo a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) cuando sea resultado de una situación de violencia sexual o cuando ponga en riesgo la vida o la salud integral de la persona gestante.

La genealogía de la lucha por el aborto legal es transgeneracional y en esa trama nos encontramos. En nuestro país, tras ocho presentaciones del Proyecto de Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo por parte de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, muchos años de militancia y un movimiento amplio y diverso a lo largo y ancho del país, con grandes apoyos en el mundo, conseguimos que sea reconocida como un derecho la posibilidad de decidir sobre nuestras vidas y sobre nuestras historias.

En 2018, llevamos el debate al Congreso. El anacronismo fatídico de las instituciones hizo que no se obtuviera la media sanción necesaria para que fuera ley. Pero ganamos las calles, creamos una agenda pública en la que era imposible excluir el derecho al aborto. La marea verde, desde las más grandes que nos enseñaron hasta las pibas y les pibis que trajeron el aire fresco, amplió las fronteras de la lucha histórica.

El derecho a la interrupción voluntaria del embarazo formó parte de la campaña del actual presidente Alberto Fernández. Durante el complejo año 2020, estuvimos expectantes y, pese a la pandemia atravesando nuestras existencias, logramos, con la presión de nuestra militancia tenaz en las calles, que sea tratada por les legisladores y sea un hecho.


Imagen: Eloísa Molina para La tinta

Nosotres en todas partes
En un día histórico, poblamos las ciudades de glitter, banderines de colores, globos y pelucas que se confunden entre pañuelos verdes, humos verdes, luces verdes. El brillo en las caras, los pelos, las ropas acompañan los cantos y los bailes que nos hacen sentir fuertes. Nuestros cuerpos se mueven, se sacuden: materializan nuestro deseo de poder elegir en geografías teñidas de verde. El aborto es uno de los tantos temas que nos afectan y que están en lo profundo y fundacional de la lucha feminista. El verde es brillante y está en todas partes.

Las horas pasan y, en ellas, se anudan las memorias de esta lucha, que parecía lejana e interminable. Las charlas nos llevan a recorrer nuestra historia de militancia, la personal, pero que se trama en lo colectivo, profundamente político. Recordamos nuestro primer pañuelo verde, quien nos lo dio y dónde. Los primeros talleres sobre aborto en los que participamos, incluso, cuando se hablaba en voz baja del tema. En esta vigilia épica, volvemos de a poco a la genealogía que históricamente abrió camino para que hoy lleguemos acá, incansables y en una marea enorme.

Recordamos a las que iniciaron la campaña y las historias que nos compartieron. Nos emocionamos al escuchar a una socorrista contarnos sobre su acompañamiento amoroso, pero también nos estremecimos cuando nos enteramos la cantidad de interrupciones que han acompañado. Nos reímos repasando las discusiones interminables en las mesas familiares, con les colegas de trabajo, en la escuela, en la calle. Nos enojamos y lo dimos todo en cada una de esas discusiones.

Mientras charlamos, miramos a les niñes y jóvenes que están sentades al lado nuestro en esta vigilia. Sentimos que el mundo será más justo para elles y que no tendrán que sentarse a repasar historias de abortos clandestinos ni recordar el miedo terrible que nos generó a nosotres y a nuestres cercanes. Vemos en sus caras la esperanza de un mundo más justo para las personas con capacidad de gestar. Un mundo en el que podamos decidir. Todo se siente fiesta. Cada vez que une senadore indecise se pronuncia, nos vemos más cerca de la meta, tanto que empezamos a llorar horas antes de la votación, mientras sus voces se pierden en un eco de gritos, aplausos, redoblantes.

Cada una de nosotras está repartida por algún rincón de nuestro país, pero nos sentimos tan cerca que el abrazo es una realidad. Venimos pensando este momento hace semanas, organizándonos, escribiendo, borrando y volviendo a escribir. Nos mandamos fotos de cada uno de los lugares y nos vemos en todos lados, todes juntes. Podemos ver la marea avanzando, como nunca, en todos lados.

Avanza la noche con su luna llena. La vigilia sube el volumen, la intensidad vibra en cada plaza, en cada calle. Los cantos de siempre se hacen escuchar a varias cuadras a la redonda. Miles de pañuelos se alzan hacia el cielo. Crecen las ojeras, las lágrimas, la euforia, las sonrisas.

Sabemos que la lucha no cesa, que debemos estar alertas para garantizar que las prácticas que la IVE e ILE estipula se cumplan y que la violencia sobre nuestros cuerpos gestantes cese. Pero hoy, por un ratito, queremos descansar y festejar que eso que soñamos durante tantos años es una realidad. Hoy, 30 de diciembre, hicimos historia. Mientras escribimos, nos emocionamos, porque, por primera vez, el “será ley” ya no es el cierre de nuestra nota, sino la continuación de una nueva. Hoy, es ley. Lo hicimos. ¡A festejar!

Fuente: La tinta.

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