Noticias | septiembre 8, 2020

Colombia. Entrevista al senador Iván Cepeda, el hombre que ha puesto contra las cuerdas a Uribe Vélez


Nombrar a Iván Cepeda en Colombia es referirse a uno de los grandes baluartes de la lucha por los Derechos Humanos. Político y filósofo, se ha dedicado a desenmascarar al paramilitarismo y su relación con el narcotráfico, y en ese sentido es quien más ha aportado elementos para que el ex presidente Alvaro Uribe termine en el banquillo de los acusados. Elegido como representante a la Cámara entre 2010 y 2014, actualmente Cepeda es senador por el Polo Democrático Alternativo.

Es uno de los fundadores del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE) y ha sufrido el gran dolor de ver como el paramilitarismo asesinara en 1994 a su padre, integrante de la Unión Patriótica. Cepeda además, ha sido uno de los facilitadores de los incumplidos Acuerdos de Paz de La Habana y ha tratado empeñosamente en que haya diálogo con el ELN. Hoy, este brillante senador es una de las grandes referencias de la política colombiana y sobre todo de una izquierda que busca el camino para llegar al gobierno y acabar con tantos años de malos gobiernos.

–Eres uno de los hombres que junto con otros dirigentes sociales más has venido denunciando hace mucho tiempo, el funcionamiento del establishment colombiano y sobre todo, el comportamiento de Álvaro Uribe Vélez, ex presidente y ahora uno de los enjuiciados. ¿Cuál es tu opinión sobre cómo se está encarando este juicio a Uribe y si crees que algo empieza a cambiar para que realmente pague por todo lo que ha hecho?

-Esta es una historia larga que se remonta al comienzo del primer mandato de Uribe. Estuve en el proceso de creación de la asociación de víctimas de crímenes de Estado que es una amplia coalición de organizaciones y personas que han sufrido la violencia estatal en Colombia. Hubo crímenes estelares y paramilitarismo, y por supuesto en ese momento Uribe intentó crear una especie de muro de impunidad para que los paramilitares tuvieran llegada al Congreso del Estado, lo que se llamó la parapolítica en Colombia. De ahí en adelante hemos tenido una historia muy intensa de confrontaciones políticas que han ido derivando en confrontaciones judiciales. Más por culpa de él que por iniciativa mía. Yo también lo he denunciado por crímenes de lesa humanidad y es uno de los casos que esta hoy en la Corte Suprema.

Como suele ocurrir en estas ocasiones, como decimos nosotros, la cuerda se corta por lo más fino, fue el caso de manipulación de testigos, sobornos a más de una veintena de testigos paramilitares y el intento de fraude judicial, fue lo que llevó a esta situación. En esto tengo un principio de realismo, me parece que la actitud que hay que tener en la lucha de los DDHH es saber que los procesos son lentos, hay avances y retrocesos, hay derrotas y victorias. Pero aquí lo fundamental es la constancia y la perseverancia. Que lo digan si no las Madres de Plaza de Mayo por ejemplo, así se demuestra que se puede avanzar. Confío plenamente en eso. Su detención, marca un hito, no se si vaya avanzar a un juicio, pero es su derrota política, ha tenido que salir del Congreso.

-¿Siempre se habla de la relación de Uribe con el paramilitarismo y el narcotráfico, pero cuantas pruebas hay en ese sentido?

-Hay pruebas que no emanan de ninguna fuente distinta que Uribe mismo, Uribe ha reconocido su amistad y relación estrecha con narcotraficantes y con varios clanes de los más poderosos. SI ustedes recuerdan la historia del cartel de Medellín, donde estaban los hermanos Escobar y los Ochoa. El de los Ochoa es un clan poderoso que además se encargan de negocios de ganadería. Uribe lo ha reconocido, lo ha dicho con orgullo, incluso ha habido una relación familiar entre su padre y sus hermanos con los hermanos y el clan Ochoa, para mencionar un ejemplo, pero hay muchos. Se está por demostrar judicialmente, si esta amistad; además de por si ser bastante sospechosa o una amistad ilegal, se tradujo en un vínculo criminal.

Esas son acusaciones que se han hecho con muchos testimonios. Una veintena de paramilitares que han dado testimonio, señalando condiciones muy específicas, circunstancias de tiempo, modo y lugar en las que se desarrolló una relación con Uribe. Como si esto fuera poco, Uribe ha tenido una participación política, en acciones que han desarrollado efectivamente el estado del paramilitarismo, como son la creación de unas empresas que se dieron a partir de mediados de 1990 que se llamaron Convivir, que fueron prácticamente el armazón, la estructura utilizada para desarrollar el paramilitarismo nacionalmente. Si bien Uribe no era el presidente de la República, sino gobernador en esa etapa, fue el que con más entusiasmo desarrolló estas estructuras que posteriormente se demostró que estaban conformadas por paramilitares.

Es decir, hay actas públicas, documentos en los que figuran jefes paramilitares, que todavía no eran conocidos en esa época, dirigiendo esas empresas. Así podría desarrollar el tema de manera más amplia. También hay familiares de Uribe que han sido condenados por paramilitarismo, como es el caso de su primo y su hermano Santiago que hoy está a pasos de una condena por paramilitarismo. Varios de sus amigos políticos, socios, congresistas, aliados, ministros han sido condenados por nexos paramilitares.

-¿Cuánto puede aportar a todo este proceso de llegar a la verdad, esta deportación que van a hacer de Salvatore Mancuso a Colombia?

-Se trata de una pieza clave. Salvatore Mancuso proviene de una familia italiana que llegó a Colombia, concretamente a un departamento costero, de la costa este de Colombia que se llama Córdoba. Es un departamento que fue estratégico en el desarrollo del paramilitarismo. Había un monumento público dedicado a los paramilitares. En los clubes sociales, los paramilitares se reunían entre ellos y con dirigentes políticos. Incluso con Uribe, quien tiene una gran hacienda en esas tierras.

Hoy está pagando lo que él llama un secuestro de unas 1500 hectáreas, es gigantesca. Los Mancuso, son varios hermanos, y por supuesto, que Uribe y Mancuso se conocieron, es más, hacían competencias hípicas, tenían relación muy estrecha. El gobierno colombiano que hoy está dirigido por el partido de Uribe y el alumno político que es el Presidente Duque no tienen interés de que Mancuso venga a relatar de manera pormenorizada todas esas anécdotas sociales que derivaron en crímenes de lesa humanidad.

-Hay un tema crucial que son los Acuerdos de Paz, que lamentablemente han sido dejados de lado por el gobierno. ¿Cuál es tu opinión sobre las razones por las que esos acuerdos han fracasado y si no ha habido cierta ingenuidad en los firmantes, por parte de la FARC, sobre el particular.

-Creo que más que un fracaso, hubo un total incumplimiento, porque si se hubieran aplicado de una manera exitosa, otra cosa estaría sucediendo en Colombia. Hay una lucha política. Hay cinco reformas que no son conquistar el paraíso, pero que si son importantes. La reforma rural, una reforma que tiene que ver con el mundo político y democratizar el país. Otra que tiene que ver con el tema del narcotráfico y un enfoque distinto. Otra tiene que ver con desarrollar un modelo de estado diferente en los territorios. Una última que tiene que ver con la verdad y la justicia para las víctimas. Esas cinco reformas son explosivas para el establecimiento político más conservador. Porque afectan sus intereses y no tanto porque impliquen una revolución social y política, sino porque podría ser el inicio de una transformación que está en la base del conflicto armado en Colombia.

Entonces, hay que decir que el Acuerdo de Paz es un acuerdo muy valioso. Al que se ha opuesto la extrema derecha porque sabe de su significado político. Si el Acuerdo de Paz fuera un asunto intrascendente que no causara ninguna clase de perturbación en la clase política, seguro que no habría tantos esfuerzos no solamente por no aplicarlo, sino por asesinar a quienes lo han firmado y a los líderes sociales de los territorios que claman porque que se aplique. Asi que acá hay una contradicción, si uno parte de la teoría de la lucha de clases, el Acuerdo de Paz es por supuesto un campo de confrontación social. No es simplemente un engaño que la clase política hizo para caer en una trampa.

Hay un problema de fondo. Estas reformas nos han costado muchas vidas en Colombia y nos van a seguir costando. Hasta donde fueron ingenuas las FARC para firmar esto, creo que no se les pueda acusar de eso. Ellos lo sabían perfectamente y lo dijeron. «Nosotros sabemos que van a incumplir», pero a conciencia tomaron esa decisión política, que creo ha sido adecuada. Porque el conflicto armado no es el camino, nos ha dejado miles de víctimas en el país. No hemos podido avanzar, tras muchos esfuerzos y sacrificios en reformas democráticas elementales. Ha sido utilizado por Estados unidos para convertir a Colombia en el laboratorio y en la plataforma dirigida a todo el continente de los peores métodos para tratar a los movimientos populares y alternativos en muchos países. Los métodos que se aplicaron en Colombia luego fueron exportados al resto del continente. Quiero recordar que los ex presidentes Macri y Uribe son dos grandes amigos, algo de lo que estoy diciendo les ha tocado a ustedes allá. Así que por todas esas razones hay que defender ese Acuerdo. A pesar de las dificultades y problemas que tiene, hay que celebrar tanto ese acuerdo como la lucha por la paz.

-Estamos en estos momentos en presencia de más tropas norteamericanas en Colombia, siempre las hubo pero ahora se ha facilitado la entrada con excusas varias. ¿Cómo ves que está reaccionando la población frente a esta especie de “invasión» que está sufriendo, además con la luz verde por parte del gobierno de Duque?

-Esta invasión es solamente, eso, una pieza de una gran invasión. Esto nos son solo 53 asesores que vinieron a Colombia. Esto es una pieza de un gigantesco operativo que ya existe. Tiene muchos componentes. Por ejemplo, una flota que por primera vez hace una incursión tan importante, con sus buques de la armada estadounidense en el Mar Caribe. Pero también elementos ilegales como por ejemplo la incursión que hubo en Venezuela. Dicen que van a invadir Venezuela, pero ese no es el plan.

Acá es como hicieron en Vietnam, comienzan con una serie de dispositivos que se van creando en un escenario que al final termina desencadenando una especie de espiral incontenible. En Venezuela hay sectores que están proclives a utilizar la fuerza. Tiene una importante concentración de tropas en las fronteras. Entonces, se está creando un escenario muy peligroso. Esto lo intentan maquillar simplemente como la lucha contra el narcotráfico y eso es cierto. Desde que están operando estas tropas, que logramos detener con acciones judiciales, a pesar de eso se ha burlado olímpicamente de nosotros la justicia. Estamos precisamente en eso ahora, desde el 2 de julio que están las tropas en Colombia. Se ha desatado un espiral de masacres, decimos masacres cuando son contra más de tres personas.

Han intervenido en tres de las zonas donde están los militares estadounidenses con este tipo de acciones criminales. Eso no quiere decir que son ellos los que lo están promoviendo, no podemos asegurar eso. Pero es evidente que fueron traídos para delimitar a los grupos criminales que hay en esos territorios. Queda en evidencia que esta estrategia es un fracaso. Porque lo que está ocurriendo es que a partir de la llegada de esas tropas se ha incrementado la violencia.

-¿Crees que existe complicidad del ejército colombiano en todo esto?

-Colombia es una sociedad que paradójicamente al proclamarse democrática es la más militarista del continente. Es un rasgo importante. Han cometido crímenes más graves que las peores dictaduras que tuvo el continente. Eso demuestra que una democracia formal puede ser más sanguinaria que un Estado dictatorial. Porque en esta estructura las fuerzas militares tienen un lugar central. No solamente las fuerzas militares, sino que también se puede exagerar ese rol. En las fuerzas militaristas hay también civiles que son peor que los militares, porque no se ponen en juego, y pueden incluso ser irresponsables.

En Colombia hay muchos militaristas civiles. Comenzando por Álvaro Uribe. Se ha desarrollado una tradición histórica de declinación de cualquier posición de soberanía del ejército colombiano. Ha sido el que más militares ha enviado a la Escuela de las Américas. Hay que recordar que Colombia participó de la guerra de Corea a través de un batallón. Ha sido el estado más proclive a aprobar las decisiones más intervencionistas de Estados Unidos o de Inglaterra, por ejemplo. Es el caso de las Malvinas en Argentina. Hay una larga tradición, y el proceso de paz significó una primera fisura en ese aspecto. Se ha manifestado en denuncias al ejército sobre corrupción, involucramiento de sus colegas de armas en el paramilitarismo y narcotráfico. Eso muestra que el proceso de paz puede tener efectos democráticos en las fuerzas militares.

–¿Cómo ves a la izquierda colombiana de la que eres parte, para enfrentar la actual coyuntura? Es sabido que después de este proceso difícil que relataste, del incumplimiento del proceso de paz, hubo cierta desmovilización, pero en octubre pasado se produjo una reacción potente, como Chile, como en otros países

-Creo que hay varios factores que han contribuido a que la izquierda colombiana pueda aspirar a ser gobierno. En estos factores está el hecho de que el proceso de paz ha significado una mínima apertura, mínima mínima pero importante apertura democrática de los sectores de izquierda. Pudimos por primera vez que un candidato nuestro llegue a la segunda vuelta de la presidencia sin que lo hayan asesinado. Vale marcarlo, obtuvo 8 millones de sufragios. Hemos tenido varios mandatarios provinciales que han ejercido su administración exitosamente. Todo es parte de lo que estamos contando, la invasión gringa por etapas, el hecho de que se trabaje intensamente para que se destruya el acuerdo de paz, el hecho de la persecución a líderes y lideresas territoriales, el desprestigio a por ejemplo Gustavo Petro o a casi todos nosotros y nosotras, pues todo eso muestra que lo que hay allí es un rumor de que han madurado condiciones.

Eso a mi modo de ver explica mucho de lo que estamos hablando. No serían comprensibles campañas tan agresivas si no se tuvieran las posibilidades de triunfar electoralmente. ¿Triunfar electoralmente es construir un estado socialista? Esa es una gran discusión que tenemos y creo que lo que milita en contra de la izquierda hoy no es la derecha ni estos asuntos. Sino nuestra propia lógica, acá el desafío es interno. De lograr la coalición y la unidad que precisamos para asumir como gobierno con otras fuerzas que van más allá de la izquierda.

–En la izquierda colombiana hemos visto hombres y mujeres con liderazgos fuertes que después han tenido idas y vueltas. Como tú dices, el enemigo de la unidad está en nosotros mismos. ¿Piensas que hay posibilidad de cierto liderazgo y organización que unifique a esta izquierda para llegar a gobierno?

-Es la única forma. El problema no es el resultado electoral. Es lo que discutimos. Se pueden ganar las elecciones, después de tanta crisis política de la extrema derecha que usó la pandemia para concentrar el poder propio. Podemos ganar la elección, tenemos varias personas, un programa, la experiencia, hay factores que se pueden pensar en esa materia. Pero no basta con triunfar, hay que tener un modelo de gobierno y una sostenibilidad, que es un bloque histórico, como dice Gramsci, para salir adelante en este momento.

-Por último, cuán difícil es ser un luchador de DD.HH en Colombia. Lo digo por tu historia personal, sentiste en carne propia el dolor enorme de perder a un padre sino también ponerte en la mira del paramilitarismo y demás sectores reaccionarios de Colombia. Es admirable para nosotros, los que sufrimos acá en Argentina por pérdida de compañeros y compañeras, que tu sigas tan fortalecido y constante en la defensa de los DD.HH. Pero reitero ¿cuánto cuesta eso personalmente y políticamente?

-Es un reto significativo, tiene riesgos altos y la familia y el entorno sufren. Creo que es lo que más me afecta, no tanto otros asuntos. Pero eso si es un factor sensible. Ahora hay dos reflexiones importantes sobre esto. Por supuesto que esa es la única opción y la mejor y más digna. Suscribo a esa idea de Marx, el peor defecto del ser humano es el servilismo o la servidumbre, asi que creo que esa es una opción digna y única posible. Si para personas como yo, la situación es muy difícil, hay que pensar como es la situación de líderes y lideresas campesinas que tienen una posición dirigente en comunidades afro e indígenas. Lo nuestro es más viable y nosotros tenemos la posibilidad de expresarnos en medios de comunicación, como ahora. Tenemos nivel de visibilidad que no es una cosa menor. Quienes sufren realmente, en el silencio y la invisibilidad son las personas que lideran territorios.

Fuente: Resumen Latinoamericano

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