Cecilia Trosman: «La felicidad es efímera y la imaginamos siempre en otro lado»
En su nueva novela «Riqueza clandestina», Cecilia Trosman aborda la historia de una mujer cuya vida cambia cuando recibe una herencia millonaria, y en vez de compartir la noticia con su familia inicia una vida paralela en el cuarto de un lujoso hotel donde cree encontrar la felicidad en un mundo que hasta ese momento le era prohibido.
La historia, ambientada en la década del 60, tiene como protagonista a Silvina Visconti, una ama de casa que vive junto a sus dos hijos y a su marido en el barrio de Mataderos y al recibir la herencia desde Italia se deslumbra con la posibilidad de otra vida, pero en soledad.
En diálogo con Télam, Trosman que también es autora de «Licencia para mentir», explicó las motivaciones que llevaron a escribir esta novela, editada por el sello Paradiso.
– Télam: ¿A raíz de qué situación surgió la novela?
– Cecilia Trosman: Había terminado mi primera novela, cuando me encontré frente a un comentario de un libro cuyo narrador era un cuarto de hotel. Jugando con las ideas, asocié con el Hotel Alvear. A la vez, me interesaba trabajar en una historia en la que el dinero escaseara; de ahí pasé naturalmente a la idea de la herencia como fuga, salvación.
– T: ¿Por qué está ambientada en la década del 60?
– C.T: Las mujeres en esa década todavía no tenían mucho para elegir más que lo impuesto en un menú bien acotado. Obvio, siempre hubo desobedientes. La felicidad con la vida familiar era un ideal que se empezaba a caer, parecería que hubiera estado al alcance de la mano y como obligación personal, individual. Pero sucedió el Mayo francés, mujeres escritoras que transmitían otros valores, otras aventuras, cuestionaban. Los Beatles innovando la música, Pink Floyd, Rolling Stone, el cine, estaba Vietnam, los golpes de estado, las revueltas para luchar por los derechos y por la vida.
El día de la transmisión del alunizaje marca el comienzo de «Riqueza clandestina», y todavía hay dudas de si fue real o una ficción cinematográfica. Pareció que marcaría una nueva etapa en las conquistas de la humanidad. Hoy tengo mis dudas sobre a qué llamamos conquistas.
– T: Recibir una herencia es como el destino que cualquier persona desearía, pero en este caso el dinero no llega de la mano de la felicidad.
– C.T: La felicidad es efímera, y la imaginamos siempre en otro lado. Silvina Visconti, la protagonista, muestra lo que nos vendió la sociedad de consumo, tener nos dará felicidad y pertenencia. Ser o estar, estar presentes en nosotros mismos, en principio, y desde ahí con los otros, parecen no calificar. La promesa es consumir para pertenecer al mundo de los que no están atravesados por carencias, dolores, fallas. Los objetos reemplazarían el amor, pero no funciona. ¡Afortunadamente!
– T: La protagonista no tiene una profesión, está cansada de su rol de madre y de los trabajos que realiza para ayudar en la economía del hogar, pero la otra vida tampoco le permite una realización plena.
– C.T: Su aburrimiento, su vida en piloto automático, sea en su casa con los hijos, sea en su nueva vida, no le causa placer. Tiene disfrutes, sí efímeros, pero un sentimiento de vacío vuelve a ella, aún después de las compras que empieza a hacer, casi compulsivamente. Me interesó explorar ese conflicto en el que Silvina no se pregunta qué quiere; cree que las mujeres elegantes que visten muy bien y fuman en boquilla o usan guantes, sí saben acerca de algo vital que ella desconoce. El presente, así lo percibe, no resulta para ella un momento interesante. ¡Y es lo único que tenemos! También tenemos las marcas de lo vivido, por supuesto, nuestros proyectos. Pero de otro modo.
El potente deslumbramiento que siente hacia ese mundo relacionado con el dinero la va desposeyendo de su vida afectiva. Pierde la conexión con sus afectos, y en algún momento, tarde, se da cuenta de que por ese romance, tuvo errores de cálculo subjetivos.
También me interesó, en el tema de la herencia, mostrar una dimensión de lo heredado que no es visible. Los orígenes de esa fortuna no son inocentes, y ello no deja de tener efectos. Silvina tiene una vida paralela, pero en ambas el dinero es indefectiblemente un problema. Por tenerlo y esconderlo, en Mataderos, o por esconder su humilde cotidianidad, en Recoleta.
– T: El ocultamiento aparece en esta novela, al igual que en tu otra novela «Licencia para mentir», ¿por qué te interesa trabajar esta cuestión?
– C.T: Con esta protagonista muestro una situación en relación al ocultamiento que elige, engañándose respecto a su duración, mintiéndose: decidir con autonomía puede ser un lujo no permitido. Y con el dinero, una barbaridad. El autoengaño florece. Si no somos muy honestos y no nos aceptamos amorosamente, con nuestras luces y sombras, el ocultamiento está encubriendo una falta de permiso para nuestros deseos, y nos condena a la soledad. Y en esa época, que una mujer oculte y decida cuestiones económicas no figuraba en el menú. Una infidelidad diferente.
– T: La mezquindad o el egoísmo es otro de los rasgos de la protagonista. ¿Qué considerás que se oculta detrás de esa forma de conducta?
– C.T: La protagonista no se siente habilitada para decidir, y quiere todo para sí, todo el mérito, todo el brillo que la va impregnando. El nombre del personaje es mi homenaje a Silvina Ocampo, admiro muchísimo su obra. Describe personajes oscuros, poco queribles, crueles. Mi desafío fue meterme con alguien que no despertara empatía, que pudiera no ser buena ni solidaria. A la vez, tenía presente que no me interesaba hacer una sanción moral, castigarla en su devenir por sus actitudes. Ve a sus clientas pudientes, y se imagina que ahí estará el amor y la seguridad, pero también el disfrute estético. Ama lo bello. Su apellido es un pequeño homenaje personal a Luchino Visconti, y específicamente a la belleza estética desplegada en sus películas.
– T: El desapego hacia sus hijos también aparece con fuerza. ¿Qué te interesó mostrar a partir de esa característica?
– C.T: Silvina es capturada por el tema del dinero. Pienso que éste es el motivo que la desapega de su marido y de sus hijos. Piensa en ellos, pero en relación a los objetos que les va a comprar para demostrarles su amor. No los registra; está sin estar. La hija es la que más puede confrontarla y cuestionarla, lo demás circula por las enfermedades del hijo, o las aventuras de su marido que se siente abandonado, y lo es.
– T: ¿Creés que la insatisfacción es característica de la mujer?
– C.T: No creo que la insatisfacción sea privativa de la mujer. Hay mucha insatisfacción, más allá del género con el que se identifique cada quien. Se ha bastardeado mucho a las mujeres con este tema, como si nada nos viniera bien. Hay muchos momentos plenos de satisfacción, especialmente cuando no estamos atrapados en engaños y mandatos neuróticos. Cuando un encuentro es genuino.
Fuente: Telam