Crónica: feminismos comunitarios y campesinos del Abya Yala se encontraron por tercera vez en Tilcara
Espiritualidad, política y epistemologías feministas. Esa tríada fue el eje del Tercer Encuentro Internacional de Feminismos Comunitarios, Campesinos y Populares en Abya Yala, donde estuvimos del 16 al 18 de agosto en Tilcara (Jujuy). Es uno de los varios encuentros regionales de mujeres y diversidades que se realizan en la Argentina, pero éste congrega en rol protagónico a personas de la diversidad cultural y sexual, y a identidades racializadas, desde la periferia estratégica. En la Quebrada de Humahuaca (Patrimonio de la Humanidad por UNESCO), punto de encuentro de culturas ancestrales, este territorio oficia de acceso al altiplano y a otros territorios andinos, y es de una belleza para la que no encuentro adjetivos.
Lo organizaron el Instituto Rodolfo Kusch (Universidad Nacional de Jujuy) junto a Casa Mama Quilla y la Red Quilla. Adriana González Burgos, su coordinadora, ya puede decir “hemos vencido exitosamente”. “ La autogestión, una de las formas y manifestaciones de una economía feminista popular, nos ha permitido una vez más realizar este encuentro. Contra todo pronóstico negativo, logramos una gestión y política feminista comunal diferente, sostenida en la reciprocidad, sin un peso de financiamiento, en el contexto político, de hambre, de políticas de derecha, de la avanzada del neoliberalismo y del capitalismo financiero, es para nosotras el éxito”. Lo señala como uno de los grandes logros, no el único.
Las invitadas
Entre las invitadas especiales convocadas este año había mujeres con trayectorias reconocidas y saberes diversos: Esther Pineda, académica y activista de los feminismos negros; a Moira Millán, weychafe mapuche; las hermanas amautas (sanadoras) Wara y Rosa, y a Silvia Federici, filósofa y una de las activistas de los feminismos anticapitalistas. Ella finalmente no pudo viajar a raíz de la salud de su compañero.
“Cuando estamos abatidos son las fuerzas de la tierra las que no revitalizan y van sanando”, nos recordó Moira Millán en su charla sobre espiritualidad, pueblo mapuche y territorio. “No hay más amorosidad que la de la Tierra. Cuando las cosas se hacen bien, la tierra responde”. Y de alguna manera, en estos tres días, la Tierra respondió y abrazó este Encuentro en un momento político difícil y complejo para feminismos y diversidades, donde estas iniciativas dan respiro, impulso y reflejan gran poder de agencia.
“La autogestión es autonomía económica, política, espiritual y epistémica. Pero vivimos en este territorio, en este país”, dice Adriana. Fuimos menos personas que el año pasado en Tilcara. Previendo esto, el Encuentro se propuso ser también virtual, hubo streaming de las charlas y la posibilidad de participar de talleres virtuales, además de los presenciales. A las actividades virtuales se unieron activistas de Nigeria, Panamá y Brasil, quienes analizaron el rol de la mujer en la Espiritualidad Yoruba, IFA y ORISA en Abya Yala.
“En 2025 tenemos el objetivo de que África esté aquí en Tilcara. Celebrar el encuentro acá es una de nuestras banderas de resistencia. Generalmente nos invitan a trasladarnos. O nos han invitado a llevar el encuentro a otros lugares. Y lo hemos sostenido una vez más en este pedacito de tierra, la de nuestras abuelas y ancestras. Estamos convencidas: la alternativa política, espiritual, económica vendrá de las periferias”, dice Adriana.
Lo que se venía, lo que se vino
El año pasado en este encuentro conocí a la machi Betiana Colhuan, que venía de pasar ocho meses privada de su libertad junto a otras mujeres mapuche y de resistir a un violento operativo de desalojo en la defensa del Lof Winkul Mapu, cerca de Bariloche. También a Natalia Machaca, defensora indígena criminalizada por el gobierno de Gerardo Morales por participar de la resistencia del Tercer Malón de la Paz en Jujuy.
La machi Betiana llegó con su hijito y su mamá María Nahuel y en la ceremonia de la Pachamama se abrazó con Natalia. La machi también fue la permanencia que la seguía peleando en Purmamarca contra la reforma de Morales. Algunxs advertían que Jujuy era una suerte de laboratorio o ensayo de lo que podía venir en términos de reformas y represión.
Si en aquel momento los pueblos indígenas ya se sentían amenazados, este 2024 muchas cosas cambiaron desde que Javier Milei se convirtió en presidente. En campaña Milei ya se había declarado enemigo de las mujeres y diversidades. Y desde la presidencia se ocupó de desmantelar el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades, políticas de género, instituciones como el INADI, y de impulsar una serie de reformas que dejan en el desamparo a grupos históricamente vulnerados.
Los ataques a los pueblos indígenas vinieron reforzados del lado del ministerio de seguridad, con Patricia Bullrich equiparando el narcotráfico con la defensa de derechos territoriales. Pero también de parte del ejecutivo y el legislativo, que aprobó la Ley Bases, y en el marco de ella el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), que pone en riesgo el derecho al ambiente y abre la comercialización de bienes comunes al capital transnacional.
Tejer comunidad
En este escenario, el Encuentro nos invitó a compartir herramientas para fortalecernos. Y a pensar en cómo construir política desde los feminismos. Ese plural que es una marca y fuerza nuclear de este encuentro, y se traslada al tono de las disertaciones y los talleres, donde se busca la horizontalidad y el intercambio desde un espacio que es también de ruptura.
“El Encuentro era necesario también como muestra de la fortaleza de otras formas de organización que no dependen de financiamientos, sino que pasan por las redes de lo comunal desde una mirada plural en esta coyuntura”, dice a modo de balance Adriana. “Han participado instituciones, organizaciones, movimientos, comunidades, personas haciendo su aporte. Entonces, cuando decimos que somos anticapitalistas, anticolonialistas, antipatriarcales, antirracistas, también hacemos un reconocimiento de cuál es nuestro tiempo político. Y de que se pueden hacer alianzas, tejer comunidad, inclusive con aquellas personas que no piensan como nosotros pero también están convencidos de que es necesario tejer una comunidad y un mundo más justo”.
Llegar desde lejos
“El conocimiento es colectivo, comunitario. Si es sólo para cada una, no sirve. Tiene que ser para todas, todos y todes”, dijo Adriana González Burgos en la apertura del ciclo de conferencias. El Encuentro en rigor había arrancado un día antes con ese intercambio de saberes y actividades pensadas “para ir esperando a las hermanas que van llegando”. Porque otra de las marcas identitarias de este encuentro pasa por transcurrir con otro ritmo.
En ese primer día de exposiciones las participantes compartieron experiencias de cuidados comunitarios, artivismos, economía y poesía femenista, interculturalidad y luchas, como la de las mapuche hortaliceras del Chile, que trajo Sheila. A Sheila la conocí cuando bajamos juntas del avión. ¿Española?, le pregunté. ¡Gallega! Me corrigió. Sheila vive en Temuco (Chile), es abogada, docente e investigadora en materias penales y criminológicas desde los feminismos jurídicos. Se tomó tres aviones y varios micros para llegar al Encuentro. También del sur llegó Romina Villafañe, profesora de Historia, a cargo del taller de Genocidio y resistencias del pueblo nación mapuche, tras recorrer 2800 kilómetros desde su casa en Esquel, Chubut. De esa provincia además llegó Moira Millán, desde el Lof Pillán Mahuiza.
“Construir amistad en el proceso es parte de hacer otra forma de feminismo, no desde la disputa por los espacios sino creer en los proyectos de la otra y acompañarlos. Así nos hemos ido acompañando. Esther estuvo desde el primer día acompañando a Mama Quilla y también la Diplomatura en feminismos comunitarios (Unju)”, destacó Adriana al presentar la conferencia de Esther.
Epistemologías feministas y rupturas
“La epistemología ha sido tradicionalmente un espacio por el patriarcado. La forma de pensar cómo y para qué hacemos las cosas ha estado pensada desde los hombres y para su monopolio”, -planteó Pineda-. “Cuando hablamos de una epistemología feminista hablamos de nuevas formas de relacionarnos y de construir, no desde la lógica hegemónica patriarcal sino desde cómo pensamos el mundo desde nuestro lugar de mujeres. Para transformar lo que nos afecta, pero también para todas las hermanas, hijas, amigas”.
Pineda plantea una ruptura con el “feminismo hegemónico de origen ilustrado”. Se refiere al que supone sólo nos debe preocupar es la violencia hacia las mujeres, y que el resto de las opresiones y discriminaciones, no son asunto del feminismo. Y es crítica de este “feminismo hegemónico” por “su incapacidad de cuestionar la intersección de violencias y discriminaciones que nos atraviesan como mujeres negras”.
Sin embargo, advirtió, eso no la llevó a dejar de nombrarse feminista sino que la ha motivado a pensar otras formas de hacer feminismos, junto a mujeres racializadas y de sectores populares de América Latina. “Lo que se produce en EEUU y Europa no nos está hablando a nosotras. Por eso elijo vivir y pensar como mujer afro negra, una corriente de pensamiento que ha hecho grandes aportes al feminismo”, dijo Esther en su conferencia.
No renunciar al feminismo
“Es fundamental apropiarnos de esta categoría y dotarla de nuevos significados y formas de hacer feminismos”, resaltó. “Parte de crear nuevos feminismos es visibilizar desigualdades como el racismo, y abordar la dominación desde la interseccionalidad para generar conciencia”.
Retomando las ideas que plantea en sus libros, explicó “las herramientas del amo no van a derribar la casa del amo. Pero a veces tenemos que hacer uso de ellas, entrar en esos espacios que se nos han negado a las mujeres e identidades racializadas”.
Pineda recordó que la idea de que por naturaleza somos inferiores, forjó un sujeto privilegiado por excelencia: el hombre blanco, heterosexual y poseedor de recursos. “Hacernos de los espacios que ellos han detentado es una forma de transgredir para transformar las lógicas de dominación de nuestras vidas y comunidades”, dijo. Todas las mujeres, más allá de la edad, formación, clase “en algún momento hemos experimentado formas de violencia, sexista y racista. Algunas de carácter físico, sexual, psicológica, patrimonial o institucional. Y esto afecta nuestra calidad de vida”.
Sobre la belleza y la violencia estética
“Mi objetivo ha sido construir herramientas para que puedan entender y explicar algunos conceptos. Culturas femicidas, afrofemicidio, violencia estética. Son conceptos que permiten explicar realidades que necesitamos nombrar”. Y para dar cierre a su charla leyó una serie de poemas como éste de Cuando me rompo escribo poesía (Sudestada).
Nunca seremos
bellas.
Nunca vamos
a satisfacer
tus expectativas
ni exigencias.
Siempre somos
demasiado gordas,
demasiado negras,
demasiado feas,
demasiado viejas.
Nunca seremos
suficiente.
Nunca vamos
a satisfacer
tus ideales:
irreales,
inalcanzables,
ajenos,
lejanos.
La violencia estética, desarrolló, se basa en cuatro formas de discriminar: el racismo, el sexismo, la gerontofobia y la gordofobia. Esther contó que parte de su lucha contra la violencia estética pasa en su caso por elegir no usar maquillaje.
Más tarde Moira Millán retomó el tema. “Llegar a vieja es lo peor que te puede pasar en huincalandia. En nuestro pueblo mapuche ser anciana es un honor, tenés que actuar y hablar con sabiduría y prudencia. Para los huincas la belleza es una cuestión económica, basada en productos para eternizar la juventud. En nuestra cosmovisión embellecer la vida del territorio es lo que te define. Lo que tenemos que hacer es arrebatarle al patriarcado la definición sobre nosotras”, propuso.
La importancia del territorio
“No puedo tomar la palabra como mujer mapuche sin solidarizarme con Palestina”, expresó la weychafe mapuche. Su charla estuvo centrada en explicar qué tiene que ver el la espiritualidad con el territorio y éste con la política.
“La espiritualidad se celebra donde hay fuerzas de la naturaleza que conforman el círculo de la vida. Necesitamos el territorio para practicar la espiritualidad. No se puede hacer en la calle ni en un templo, necesitamos sitios sagrados, en manos de transnacionales, mineras, de Benetton y grandes latifundios”, .dijo Moira-. “Donde ven un paisaje bonito quieren apropiarse, poner su hotel y su mansión. Esa vitalidad y ese verdor habita porque hay fuerzas espirituales sosteniendo la vida. Los espacios sagrados del pueblo mapuche son esos territorios”.
Moira explicó que la machi Betiana tiene su rewe (espacio sagrado) militarizado. Hace días la Cámara Federal de Casación Penal revocó el acuerdo firmado entre el Estado nacional y la comunidad mapuche. La nueva administración de Parques Nacionales está en conflicto permanente con el pueblo mapuche, compartió y ejemplificó el caso de Lof Paillako ante una orden judicial de desalojo.
“El mal llamado conflicto mapuche no se va a resolver desde la normativa de huincalandia. Se va a recomponer con amorosidad, respeto, escucha, y no se puede dar en las condiciones en que hoy vivimos. Si en algo se parecen todos los gobiernos es en someter a la naturaleza y explotar nuestra tierra”.
¿Cómo se recupera la espiritualidad?
Moira no habla de feminismos, sí de patriarcado. Y de la necesidad de fortalecer la espiritualidad como herramienta. “En el mundo mapu no existen desórdenes mentales sino desequilibrios espirituales. Esta matriz civilizatoria es de muerte. El epistemicidio es parte del terricidio. Necesitamos echar mano a otro tipo de herramientas que ellos no tengan. Recuperar la espiritualidad. Cuando restituimos el orden cósmico, empieza a reestablecerse la vida”.
En las ceremonias, el pueblo mapuche habla de manera directa con la fuerza de la tierra. “Cuando hablamos hay una respuesta. A veces los animales nos guían, o el viento sopla de nuestro lado. La tierra habla con nosotros, no estamos solas. La espiritualidad no es folclore ni improvisación, eso es apropiación cultural. ¿Cómo se recupera la espiritualidad? Escuchando a la gente en los territorios”, señaló Moira.
“La burguesía europea suele esperar que yo sea una chamana o una machi. Nos quitaron la vida y la espiritualidad pero algunos quieren que hayamos guardado los secretos para que la sociedad europea oprimida pueda revitalizarse y se lo demos a cambio de nada. No quieren que les cuente cómo sus capitales vienen a contaminar. Van a tener que escuchar”, dijo y el auditorio aplaudió fuerte.
“La lucha por preservar la espiritualidad de nuestros pueblos está intrínsecamente relacionada con nuestro territorio y es una lucha política”, explicó para demostrar cómo se hermanan política y espiritualidad.
Sobre nuevas formas de construir política, citó el ejemplo del trawn, espacio de escucha y debate del pueblo mapuche. “Me gusta pensar la democracia de mi pueblo de manera horizontal. El trawn es sagrado, el espacio donde nos escuchamos. Construir una nueva forma de hacer política implica recordar cómo celebramos la vida”.
Lo que el patriarcado no pudo
El encuentro contó con más charlas, un espacio en la plaza de feria y trueque feminista, homenajes y distinciones. Entre ellas, a Argentina Paredes, una pastora, coplera y sanadora de 76 años; y para Marimar, una activista trans de Damas de Hierro y madre adoptiva de tres hijxs; también para Rebeca Camacho, Josefina Aragón y Erminda Mamaní.
La entrevista de Adriana González Burgos a las hermanas Wara y Flor Rosa, amautas (sanadoras ancestrales) llegadas de la Isla Suriqui, en el Lago Titicaca (Bolivia) arrojó algunas definiciones acerca de qué es la espiritualidad en sentido amplio.
“Ustedes son toditas Pachamama para mí”, saludaron en aymara, al auditorio en el Salón Municipal de Tilcara. “La espiritualidad es la herramienta que el patriarcado y el capitalismo no nos ha podido quitar”, abrió la charla González Burgos. Y anticipó un proyecto junto a las hermanas bolivianas: la formación de una escuela de medicina tradicional para enseñar a les niñes a recordar su raíz y a desplegar conciencia.
Crédito: Maitén Reynoso, gentileza Tercer Encuentro Internacional de Feminismos Comunitarios, Campesinos y Populares en Abya Yala,
“Espiritualidad andina es entender cómo te relacionas con la Pacha, cómo das gracias. Qué relación tienes. Cuánto has agradecido. Estar bien consigo mismo, esa es la forma de relacionarse con la Pacha”, explicaron las hermanas.
La energía está adentro
Que el Encuentro se celebre en agosto, un mes de mucha actividad para los pueblos andinos, es parte de su identidad. El domingo, Wara y Rosa Flor estuvieron en la ceremonia de ofrenda a la Pachamama. Así fue cerrando el Encuentro, a partir del mediodía y hasta la caída del sol, con las participantes compartiendo ofrendas, comidas, cantos.
La música fue una presencia crucial. En la peña alegre de la primera noche Cristina Paredes, música tilcareña, cantora y docente, compartió sus coplas diversas, estrategia de lucha contra el odio. Yanet Alarcón y Kurvf Ailen trajeron la música del norte neuquino, Dani García, Elsa Tapia y las Venus del Monte, hicieron bailar al patio del Capec (Centro Andino para la Educación y la Cultura).
Micaela Chauque coordinó un taller de coplas populares en el jardín botánico en altura, el Pucará de Tilcara. Bajo su sombrero, con su caja, Micaela recordó ante el círculo de talleristas que ella aprendió a cantar escuchando a su abuela pastora subir y bajar los cerros. “Ella me enseñó que la energía está adentro, en el corazón. Lo aprendí con el tiempo”, explicó después de pedir permiso a la tierra y antes de jugar con las coplas. Fue idea suya que el taller se realizara en el Pucará.
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