Argentina. Visitamos a Daniela Calarco, presa política de la Ley Bases: «Para mí, la dignidad es no tener que dejar la vida en pensar en resolver lo básico”
Teníamos una hora y media de visita, la requisa fue interminable, tanto que sólo pudimos verla 40 minutos. “¿Lo vieron a Roberto?”, es lo primero que nos pregunta. Le decimos que visitamos a Roberto Gómez, la otra persona detenida el 12 de junio durante la manifestación contra la Ley Bases y que le mandó pastafrola. “Está increíble, claro porque es panadero ¿No?”.
Daniela Calarco pone el agua para el mate y, como no podía ser de otra forma, la charla en el penal de Ezeiza empezó con un debate político: “Estando acá me doy cuenta de todo lo que no me enteraba si no fuera por los medios populares, alternativos. Por ejemplo, esto de la CONADI, es increíble el blindaje mediático. Como mucho, pasaron un titular y listo, acá no pasó nada”, ella no podía creer que el gobierno de Milei hubiera cerrado la unidad especial que se dedicaba a buscar a los bebés apropiados durante la dictadura y que le devolvió la identidad a 133 personas. “Cuántos derechos creíamos ganados y no, había que seguir defendiéndolos en las calles”.
Nos contó que comenzó a militar de muy joven, “allá, lejos en el tiempo”, dice mientras se ríe y nos pasa un mate. Fue en el Barrio Hipódromo de Mar del Plata, donde vivía. Un grupo de vecinos y vecinas comenzó a reunirse en la plaza para hablar sobre las fumigaciones que sufría el barrio. Ahí empezó, sin saberlo, lo que fue su primera actividad militante. Participó de una serie de encuestas, relevamientos de salud del barrio, los cuales demostraron los índices típicos de un pueblo fumigado: altas tasas de cáncer, enfermedades dermatológicas, agrotóxicos en sangre y orina.
En ANRed quisimos saber qué fue lo que a Daniela Calarco la marcó de esa experiencia, para que se convirtiera en un punto de partida para seguir militando: “Esa encuesta justamente. Fue muy fuerte, porque hablé con un montón de mis vecinos que capaz los ves en el almacén todos los días e ignorabas eso que les pasaba”. Aunque ella se haya mudado al conurbano bonaerense y aquella experiencia sea parte de sus comienzos, sigue estando muy presente en su día a día. Daniela señala la cuestión ambiental como un factor común que perjudica la calidad de vida de los pueblos porque “si no son las fumigaciones, es la extracción de minerales, o sino las topadoras. Yo que tuve la oportunidad de conocer un montón de lugares, lo vi en todos lados. Y ahora con el RIGI va a ser peor. Esto es un mal que atraviesa de punta a punta el país”.
Nos contó que pasa los días leyendo en cantidad en el penal, que también hay un patio pero que con estos días de frío no sale. Que estaba pensando que le gustaría cortarse el pelo, y nos muestra las puntas y se ríe, siempre se ríe. Dice que sólo ella podría pensar en eso mientras está adentro. “¿Es cómo una nueva cuarentena?”, preguntamos inocentemente. Nos dijo que “ni eso, ni cuarentena tuvimos. Trabajando en un merendero estábamos a pleno de lunes a viernes. A veces los fines de semana parabas un poquito”. Eso es lo lindo de hablar con Daniela, le preguntas por ella, pero responde en plural. Lo colectivo atraviesa cada área de su vida.
También le preguntamos por qué volvería a movilizarse luego de esta experiencia de estar privada de su libertad durante, por lo menos, dos meses: “Porque las condiciones que me llevaron a militar siguen presentes, e incluso están peor. Desde el 12 de junio hasta ahora, pero antes también. Hace varios años que las condiciones de vida están cada vez peor. Por eso hay plata para la represión, porque saben que esto estalla. Nosotros en el comedor lo vemos clarísimo, hay gente con laburo que viene porque le alcanza para una comida en el día y la otra la buscan en algún merendero. Vienen, preguntan acá y sino se van al comedor de enfrente y los ves así, boyando por la ciudad buscando algo para comer. Desde diciembre para acá hay gente nueva todos los días, sobre todo a fin de mes. Muchos jubilados. Hemos visto gente que se pelea en la fila, porque no alcanzan las porciones de comida, o que te traen una fotocopia del DNI para una lista de espera. Eso no lo vimos nunca, ni en pandemia, y mirá que trabajamos muchísimo también”.
Daniela Calarco considera que “Estas detenciones son un adoctrinamiento para el resto. Es un quedate en casa. Pero la gente se cansa, lo estamos viendo. No pedimos 9 millones por mes como los senadores, sino una vida digna. Sé que da miedo movilizarse, que nadie piensa en ir a marchar y terminar en Ezeiza, o salir lastimado por las balas de goma o por un golpe. Pero mucho más miedo te tiene que dar mirar a tu hijo a la cara y decirle que no hay para comer”.
La dignidad, es una noción que aparece seguido entre sus palabras, así como la calidad de vida. Así que le pedimos que nos cuente cómo se imagina ella que sería: “Primero, una vida digna tiene que ser en otro sistema, en el capitalismo no puede ser posible. Y después, para mí la dignidad es no tener que dejar la vida en pensar en resolver lo básico. Salud, educación, vivienda, tiempo de ocio, tiempo para descansar, son cosas que tendríamos que tener todos. Porque esas cosas están, pero no se reparten, como hicieron con los alimentos, con las frazadas para la gente en situación de calle”.
Por último, Daniela dice: “Y quiero agregar algo más, que transmitas mi agradecimiento a todas las organizaciones. Uno sabe que si le pasa algo, su organización va a estar, pero la cantidad de solidaridad que recibí desbordó todas las expectativas”.
ANRed.