Noticias | agosto 9, 2024

Una semana en Argentina: la violencia de género y los medios


Las noticias que ocuparon la agenda de Argentina esta semana nos sacudieron a nivel político pero también mediático. Somos un medio que cubre violencias patriarcales y machistas, y los hechos nos impactan y plantean preguntas que no son nuevas, y otras que sí lo son.

A partir del domingo empezó a circular información cada vez más preocupante acerca de hechos de violencia de género sufridos por Fabiola Yáñez de parte del ex presidente Alberto Fernández. Como si la conmoción no fuera suficiente, días después circularon, además de datos cruciales, chats, imágenes del rostro y el cuerpo golpeado de Yáñez filtrados de un expediente judicial.

La ley dice que es fundamental preservar en los medios la integridad, la dignidad y la imagen de la víctima de violencia de género (Artículo 3, inciso D de la Ley 26.522/09).

Difundir esas imágenes va contra todas las recomendaciones de tratamiento periodístico: “El énfasis de la cobertura debe estar en la sensibilización y prevención de la violencia de género”, dice la guía de buenas prácticas de la Defensoría del Público, uno de los pocos organismos en pie por una comunicación igualitaria.

Muchos periodistas, sobre todo varones, sobreactuaron indignación ante la violencia machista. La Nación + y TN, hablan de manera permanente de la gravedad del problema, respiran y hacen una mueca cuando dicen “feminismo”, mientras celebran el desmantelamiento de las políticas de género.

Quizás entendieron al fin que la violencia por motivos de género es una realidad, pero se les pasó que además de la física existe la violencia simbólica y mediática. Y esa es la que abonan cada vez que reproducen imágenes violentas, obtenidas de expedientes donde hay secreto de sumario o de filtraciones de servicios de inteligencia. ¿Por qué ciertas imágenes de dudosa procedencia se sobreimprimen por encima de todo lo demás y de cualquier procedimiento periodístico?

Nancy Pazos en C5N pidió que bajaran esas imágenes que espectacularizan. Siguen ahí, por todos lados, con Infobae y La Nación jactándose de haber sido quienes pusieron al aire tal foto o video, las primicias desde la lógica del patriarcado de convertir en capital un hecho atroz. ¿Qué intereses hay detrás? Quizá no sea el periodismo quien devele esto.

Violencia mediática
En estos días circularon también los nombres de otras mujeres que se vincularon con el expresidente y un video con una de ellas. Esa mujer fue la tapa de Clarín el viernes, junto a los titulares de golpeador. Que muchos medios sigan subiendo videos filtrados, culpabilizando a una mujer en un grado de poder muy asimétrico, exponiéndola, estigmatizándola y atentando contra su dignidad, también es violencia mediática y simbólica.

Tiempo Argentino fue uno de los pocos medios que no se subió a la ola sensacionalista y donde a instancias de la editora de género -uno de los pocos lugares donde esa figura pregna- el equipo decidió no reproducir las imágenes ni el video.

Que hoy todes estemos hablando de violencia de género como un problema que excede lo privado y es político, es, aunque suene extraño, un avance a fuerza de la persistencia de los movimientos feministas de los que se ríen. No nos pasamos tres paradas, nos quedamos cortas. El tratamiento mediático nos sigue recordando que las prácticas patriarcales están más vigente que nunca. Sin mujeres y diversidades en puesto de decisión en los medios y en la política y en todas partes, no hay ni habrá igualdad.

La carroña
Como estrategia para llegar al poder, el gobierno libertario convirtió al feminismo, la diversidad y a la lucha por los derechos humanos en los principales enemigos y su ejército de trolls ha utilizado estas noticias como manera de reforzar las agresiones. Se mezcla al Alberto Fernández golpeador y mujeriego con las luchas históricas del movimiento feminista. Los medios hegemónicos, además de caer en el peor morbo, se están haciendo una fiesta con la doble moral del ex presidente en la misma semana en que diputadxs de La Libertad Avanza fueron a visitar represores y hablaron de ellos como presos políticos y “ex combatientes”. Todo se mezcla y así, todo es plausible de ser justificado.

Desde el panelismo y las redes – que supuestamente reproducen un “sentido común” de la “gente” – se dicen cosas como ¿ven que al final el feminismo y la lucha por los derechos humanos era todo un curro? Se repite lo de siempre: “con mis impuestos”, “con la nuestra” y así se justifica el cierre del Inadi (esta semana se publicó el decreto), el de los programas para mujeres y diversidades, el silenciamiento de los medios públicos, el desguace de la cultura y, por supuesto, se tapa el desempleo, la inflación, el hambre, el expolio del país. Horas antes de las denuncias de Yañez y las filtraciones de fotos y chats se había publicado el dato de que el 54,9% de las personas en Argentina viven bajo la línea de la pobreza. Imposible no unir el espanto de la violencia con el oportunismo político y mediático. El fin y los medios.
Una de nuestras notas de la semana explica, en el marco de las Olimpíadas y la malgenerización de Imane Khelif, cómo funcionan las campañas de odio y la desinformación de género.

Detrás de datos falsos y malintencionados, se camuflan las estrategias de las nuevas derechas que tienen como blanco a las mujeres y las diversidades. Detrás del clickbait llegó el ragebait: sobreactuar indignación para aumentar el tráfico, en detrimento de la calidad de los contenidos. El ragebait explota los prejuicios y la discriminación para incentivar la interacción. ¿Les suena?

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