México. “Las lenchitudes no binarias existimos y resistimos”
La etiqueta «lesbiana» ha sido tradicionalmente utilizada para referirse a mujeres que se sienten atraídas emocional, romántica o sexualmente hacia otras mujeres. Sin embargo, puede resultar cerrada y limitante para aquellas personas que, si bien no nos reconocemos como mujeres cis, sí nos identificamos con la experiencia de la lesbiandad. Somos personas no binarias que amamos desde las lenchitudes.
Si no somos mujeres, ¿dejamos de ser lenchas? Para algunxs de nosotrxs, no. Hacemos de la lenchitud una identidad y decidimos quedarnos en este espacio que ha representado un lugar seguro, para que nuestros afectos, vivencias y experiencias como personas no binarixs sean visibles.
Una gran lesbiana
Para Le Paline, comediante, activista y creadore de contenido mexicane, cuestionar su identidad de género también ha significado cuestionar su sexualidad y, finalmente, encontrar un espacio dentro de las lenchitudes.
Le Paline, comediante, activista y creadore de contenido mexicane.
“Me identificaba como una mujer lesbiana. Me compré el starter pack (paquete de bienvenida) de lesbiana: ‘las lesbianas nos vestimos de tal forma, actuamos de tal forma y sexualmente sólo nos gusta tal cosa’, como muchas cajitas en las que había que caber y que uno sigue sin cuestionar. Pero cuando me descubrí como no binarie también cuestioné mi orientación sexual. Hubo un tiempo en que me me negué con la palabra lesbiana. Sin embargo, ahora la abrazo mucho. Sí soy una gran lesbiana, pero ya no desde lo que dijeron que tenia que ser”.
La lenchitud es un término utilizado para hablar de diversas comunidades que lo que comparten es el amor entre morras*. Este asterisco se usa para referirse no sólo a morras cis que se relacionan exclusivamente con otras morras cis, sino también para nombrar a las morras trans, bisexuales, pansexuales y personas no binarias que se viven desde las lenchitudes.
“Cuando encontré la respuesta de la lenchitud fue como decir: ¡guau, estas conexiones son posibles! En estos vínculos con mujeres cis, trans y otras identidades hay una vulnerabilidad distinta que el mundo hetero-cis no te permite sentir. A mí la lenchitud me dio la posibilidad de vulnerarme y de conocerme a mí a través de la relación con otra persona y construir algo con otra persona”. menciona Le Paline.
“A veces dejamos que las etiquetas nos vistan”
Gizeh Jimenez es escritore y creadore del proyecto Perra Mala 666, un espacio de poesía con foco en mujeres, personas trans y disidencias, y base en la Ciudad de México.
Gizeh Jimenez, escritore y creadore del proyecto Perra Mala 666.
“La sexualidad y el género son espectros y los estoy transitando con libertad”, menciona. “Me identifico como queer, dentro de las lenchitudes, y como una persona no binaria, independientemente de hacia dónde esté apuntando mi espectro. Porque creo que a veces dejamos que las etiquetas nos vistan a nosotres, y nosotres no vestimos a las etiquetas”.
“Siento que la cultura cis heteronormativa les ha enseñado a los hombres a buscar en las mujeres una serie de checks”, menciona Gizeh. “Yo en mis relaciones con hombres cisgénero siempre me sentí como una lista de check incompleta. Lo que he aprendido relacionándome con lenchitudes y disidencias es que me ven por quien soy y no por una lista que no estoy llenando.”
“Las lenchitudes son relaciones más horizontales”
Las lenchitudes somos diversxs: femeninxs, andróginxs o machorrxs. Nuestra existencia, deseos, afectos y nuestra sexualidad son incómodos para el hetero-cis-patriarcado. Muchas veces eso implica que sigamos siendo violentades y discriminades, heridas que también compartimos y que desde nuestros afectos lenchos hemos ido sanando.
Para La Mala, creadorx de contenido residente en la Ciudad de México, el apoyo que encontró en su novia durante su proceso para descubrirse como persona no binarie fue sumamente importante:
La Mala, creadore de contenido.
“Yo ya llevaba año y medio que comenzaba a percibirme a mi mismx como realmente era, pero nunca lo había hablado. Hasta que un día le dije a mi novia ‘hoy me siento guapísimx’. Todo ese día ella me habló con pronombres neutros, y yo sentí una felicidad increíble, como la primera vez que besas a una mujer y dices ‘¿de esto me estuve perdiendo todo este tiempo?’ A partir de ahí comencé a reflexionar más sobre mi identidad no binaria”.
La Mala menciona que amar fuera de los esquemas cis-heteronormativos desde la lesbiandad fue también una luz. Le permitió reconocer su identidad no binaria y construir otras formas de vivir sus relaciones y sexualidad.
“Creo que las lenchitudes son relaciones más horizontales en donde puedes hablar desde lo que quieres y no desde lo que te han dicho que debe ser una relación. Incluso en el reconocimiento de mi identidad pude reconocer que también me gustan los varones. Y si bien no me relaciono afectivamente con ellos, lo tenia como un bloqueo porque eso era ser lesbiana”.
Algo similar ocurrió con Le Paline, tras comenzar a cuestionar su identidad de género gracias al drag, llegó a la pregunta: ¿será que no soy mujer? Después de reflexionarlo con sí mismx, decidió hablarlo con su novia:
“Literalmente me desperté un día y le dije ‘oye, pues no soy una mujer, me identifico como no binarie y mis pronombres son elle’. Entonces me dijo ‘ok, te veo, veo que eres una persona no binarie y te veo contente’. Me nombró con el pronombre neutro y ahí se me acomodo algo. Yo lo nombro como que sentí que llegué a casa”
Hacer de las lenchitudes un lugar seguro para todes
Lesbiana, lesbianx, lencha, sáfica, queer, torta son algunas palabras que más que encasillarnos nombran nuestra diversidad de experiencias. Reconocernos como pansexuales, bisexuales, trans o cis no nos resta nuestra identidad como lenchas, sino que nos ayuda a visibilizarnos y reconocer que no todas las personas que se viven dentro de la lenchitud se identifican con las mismas palabras o bajos las mismas definiciones.
“Nombrarnos como una posibilidad también es importante”, dice Le Paline. “Todo es visto desde homosexualidad y todo se centra en la homosexualidad, pero las lenchitudes tenemos otras necesidades y nos atraviesan otras cosas”.
En México siete de cada 10 mujeres mayores de 15 años han sido víctima de violencia de género, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Pero se desconoce si alguna de esas agresiones ha sido motivada por lesbofobia o lesbo-odio.
Para Gizeh es importante no caer en la romantización y reconocer que las lenchitudes no están exentas de ejercer violencias. “Tuve parejas que me violentaron de maneras que, si hubiera sido un hombre cisgénero, me hubiera dado cuenta muchísimo antes. Por el hecho de cómo se identificaban o de ser disidencias yo no creía que fueran violencias. Y no sólo hablo de ellas. Yo también he ejercido comportamientos cis-hetero normativos que bajo la creencia de que soy una persona queer, no, yo no puedo estar ejerciendo violencias, y eso es una mentira”.
El amor entre morras* es una de las herramientas más potentes contra los sistemas de opresión. Amar un cuerpo que el sistema ha invisibilizado y vulnerado, es, entre tantas cosas, un acto de rebeldía.
Hablar de nuestras realidades nos permite encontrarnos, validar nuestros sentires y nuestras identidades lenchas, fuera de los esquemas que nos imponen y tanto nos ha pesado. Las lenchitudes son una apuesta por la libertad de amar libre, de amar trans, de amar(nos) entre morras* y ser rebeldes frente a un mundo que nos quiere invisibles.
Fuente: Agencia Presentes.