La casa de Diana y Lohana | julio 30, 2022

Lucas Fauno: Los gays no somos ningún virus


En 1985 el presidente norteamericano Ronald Reagan habló por primera vez sobre el virus de VIH. Habían pasado cuatro años desde el primer caso registrado, miles de muertes y un estigma: es cosa de putos, travesti y drogadictos. Hasta que no afectó a las personas “heterosexuales” (vaya concepto, la heterosexualidad) a nadie le alarmaba que esta ‘plaga divina’ o ‘cáncer rosa’ se estuviera llevando a lxs parias.

Mientras la medicina y las ciencias necesitan de investigaciones objetivas, de miradas macro e inclusivas, históricamente el camino fue buscar un culpable, una población sobre la cuál deposita la (falta de) responsabilidad colectiva. Pasó en los 80 y 90, pasa en este 2022. Pasan las pandemias y pareciera que no aprendemos nada.

La OMS vive en 1980
Mientras la ciencia continúa devanándose los sesos para lograr los viajes en el tiempo, esta semana el director de la Organización Mundial de la Salud realizó una recomendación que parece redactada en 1980. Pero que fue hecha en vivo y en directo en este 2022: a través de su directorx sugirieron que los hombres que tienen sexo con hombres de momento reduzcan la cantidad de parejas sexuales para evitar la propagación.

Es decir: la solución no es aplicar vacunas preventivas, no, la solución es que las maricas usen cinturón de castidad. Si bien la viruela del mono no es una ITS (infección de transmisión sexual), durante los encuentros se puede provocar el contagio. Para la OMS la salida no es tomar medidas preventivas ni vacunar a lo que se pueden considerar poblaciones más expuestas sino lanzar propuestas retrógradas e inútiles. Bravo.

Mientras tanto en México los activismos reclaman un subregistro de casos por parte del Estado. La OMS no habla de la ineficacia de los sistemas de salud vaciados e ignorados, de los profesionales de la salud quemados luego de atender una pandemia, ni retomamos los debates sobre patentes de medicaciones, vacunas y sus procesos burocráticos de compra con ganancias inimaginables para algunos pocos. No, acá urge hablar de la sexualidad de los hombres que tenemos sexo con otros hombres y amamos hombres que aman hombres y así ad eternum.

¿Cuál es el rol de los medios en la desinformación y el estigma?
La búsqueda voraz del titular que más clics coseche convierte a los medios de información en un caldo de cultivo del estigma y el prejuicio. Mientras la OMS emite un mensaje vetusto y a la vez en sus textos llama a no estigmatizar, en el filtrado de edición a los grandes titulares y destacados llega que gays, hombres que tienen sexo con hombres y varones bisexuales son el ojo de la tormenta símica.

Ese foco morboso que hace el periodismo obedece a que la prioridad parece ser el impacto en las métricas de redes. Sin que importe el otro impacto, el de la sociedad. De estas acciones irresponsables se desprende una estructura histórica: gente que no se trata ni testea porque “total no soy gay”. U otra que si tiene síntomas prefiere negarlos para no ser tomado por “maricón”.

Mientras los virus que, de orientación sexual, identidad de género y demás se siguen expendiendo, los medios ganan seguidores en base al show y el miedo. La ecuación es nefasta.

Lo importante no es solucionar sino desviar la atención
En lugar de asumir las problemáticas, responsabilizarse de los errores y encarar respuestas colectivas se prefiere culpar a un grupo de personas. La estructura es tan vieja como siniestra y nos demuestra que la historia del mundo es un eterno deja vu con resultados catastróficos de los que nada aprendemos.

Mientras los mismos medios que difunden el terror, se maravillan con el caso de una persona en Barcelona que logró controlar el VIH sin medicación, las organizaciones de activismo VIH denuncian a la Comunidad de Madrid por imponer trabas burocráticas que dejen sin medicación a las personas VIH+ migrantes.

Los mismos medios que celebran un caso aislado y no visibilizan la urgencia sanitaria que afecta no solo a migrantes sino a toda la población evitan todo el tiempo nombrarla, ¿a quién? a la presidenta de esa Comunidad: Isabel Diaz Ayuso. La misma que después de negar que el crimen homoOdiante del joven Samuel dijo que la homofobia “vive en la cabeza de las izquierdas”.

Los sistemas de salud están colapsados, los grupos antiderechos se llevan puesta la educación sexual, los virus se multiplican, la prevención es ignorada, pero claro, para la OMS la solución es que los putos cojamos menos. La presidenta de la Comunidad de Madrid le niega atención y derechos humanos a migrantes pero los medios se fascinan con un caso aislado.

Mientras pareciera que vamos saliendo de otra pandemia, en el cielo las nubes peligrosas nunca se fueron, esas que precipitan en odio y estigma. El peor virus fue, es y seguirá siendo el odio. Seamos la vacuna de información, más derechos y empatía.

Fuente: Agencia Presentes.

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