El estado infanticida de Paraguay y la guerra contra las niñas
El 30 de noviembre de 2020 desapareció Carmen Elizabeth Oviedo Villalba, hija de dos presos políticos del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), Carmen Villalba y Alcides Oviedo. Esta desaparición se produjo en el contexto de un operativo militar realizado por las Fuerzas de Tarea Conjuntas (FTC) en la zona de Amambay, donde habían sido ejecutadas las niñas argentinas Lilian y María Carmen Villalba el 2 de septiembre pasado.
Quien dio la información fue su tía Laura Villalba, hermana de Carmen y mamá de María Carmen, después de ser detenida el 23 de diciembre por las FTC, y colocada como prisionera en un cuartel militar.
La persecución de las niñas como estrategia de guerra
Cuando asesinaron a las niñas Lilian y María Carmen, la información fue publicada en su cuenta de twitter por el presidente de Paraguay Mario Abdo Benítez. El experto en marketing político anunció que mediante un “operativo exitoso” habían abatido a dos integrantes del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Las peligrosas “guerrilleras abatidas” resultaron ser las niñas de 11 años, sobrinas de Carmen Villalba, quien se encuentra presa en la Cárcel de Buen Pastor desde el 6 de julio del 2003.
Las niñas -de nacionalidad argentina- habían viajado a Paraguay desde Puerto Rico, Misiones, donde vivían, para conocer a sus padres, integrantes del grupo guerrillero EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo). También había viajado para visitar a su madre presa, Carmen Elizabeth Oviedo Villalba, de 14 años, junto a su tía Laura Villalba, mamá de una de las niñas asesinadas, María Carmen, y hermana de Carmen. Estando en Paraguay se declaró la pandemia y se cerraron las fronteras, por lo cual no pudieron regresar a la Argentina. Myrian Villalba, mamá de Lilian -la otra niña asesinada-, denunció el crimen desde Argentina, y fue judicializada en Paraguay, debido a lo cual no puede volver al país para encarar en su carácter de familiar y de abogada, las acciones necesarias para el logro de la justicia.
Cuando detuvieron a Laura Villalba, ella estaba buscando desesperadamente a Carmen Elizabeth Oviedo Villalba (conocida en la familia como Lichita). Sabiendo lo sucedido con su hija María Carmen, y con su sobrina Lilian –la autopsia constató que las niñas fueron torturadas y violadas brutalmente antes de ser asesinadas- Laura realizaba la búsqueda de Carmen, de 14 años, con lógica angustia.
Es evidente que la estrategia del narcoestado infanticida de Paraguay es ensañarse con las niñas, hijas de los militantes del EPP, convirtiéndolos en un objetivo militar. También persiguen a mujeres como Laura, que no es parte de la organización guerrillera, sino que estaba dedicada a cuidar a las niñas durante su vida en Argentina. Ser niñas, o cumplir el rol de maternar, es un hecho peligroso en Paraguay.
El 26 de diciembre se realizó una Conferencia de Prensa, en la que participaron entre otras personalidades Nora Cortiñas (Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora), Pablo Pimental (APDH La Matanza), Cecilia Rodríguez (Equipo Misionero de Derechos Humanos, Justicia y Género), Laura Tafettani, Gustavo Franquet, Gabriela Conder, Carolina Alac (Gremial de Abogados/as de Argentina), María Laura Bretal (Colectiva Feminista Las Azucenas, Feministas del Abya Yala), Analía Rivadera (Pañuelos en Rebeldía), Claudio Salvador (MEDH Misiones), la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos de Argentina, e integrantes de organizaciones de derechos humanos, feministas, movimientos políticos y sociales de Argentina y Paraguay. Participó también una delegación del Tribunal Ético Popular Feminista, que realizó el 14 de noviembre del 2020, para denunciar precisamente el crimen de las niñas Lilian y María Carmen.
En la Conferencia de Prensa integrantes de la Campaña #EranNiñas, informaron que se exigiría que el estado paraguayo de respuesta urgente a la demanda de aparición con vida de Carmen Elizabeth Oviedo Villalba, libertad para Laura Villalba, justicia para las niñas Lilian y María Carmen, y el cese de la persecución a la familia Villalba. Se indicó también que se enviaría una carta al presidente argentino Alberto Fernández, quien tiene programado un viaje de negocios a Paraguay para solicitar que haga una demanda de informes por las niñas asesinadas y la niña desaparecida, y pedir que no se realicen negocios mientras estas violaciones a los derechos humanos no sean resueltas.
En el contexto de numerosas acciones que se realizarán en este final de año, establecimos contacto con Carmen Villalba, quien a pesar del tremendo dolor nos hizo llegar su mensaje con entereza y dignidad. Compartimos acá fragmentos de su mensaje, que transcribimos completo en el Facebook de Feministas del Abya Yala:
Que aparezca Lichita
“Quiero fundamentalmente que aparezca mi hija. Quiero que aparezca Lichita. Es una niña que merece que se le respete su adolescencia, que se le respete su vida. El Estado paraguayo, aunque se llena la boca diciendo que respetan los derechos de los niños, de las niñas, demuestra con creces que se ensaña con las niñas. Nosotros sentimos en nuestra propia piel, en nuestro propio cuerpo, en nuestra propia realidad, que nuestras niñas no son respetadas. Tenemos el caso de Lilian y de María Carmen.
El Estado hasta ahora cierra todas las puertas a la petición de la familia a conocer qué sucedió y cómo. La familia ni siquiera tiene acceso al expediente. No es reconocida la calidad de víctima de las madres. De hecho recrudece la persecución, el hostigamiento, aunque ahora abiertamente se han conocido expresiones de jefes militares que dicen que lo que buscan es la eliminación de mis hermanas, de mis hermanos, de nuestros hijos e hijas. El Estado se llena la boca con respetar los derechos del niño, y aquí tenemos un caso de desaparición forzosa de Carmen Elizabeth, una niña de 14 años que está en poder de ellos, en poder de las fuerzas militares, en poder del mismo Estado que el 2 de septiembre capturó, torturó y ejecutó a las 2 niñas en Yby Yaú”.
Laura Villalba, presa en una cárcel militar
El ensañamiento con la familia Villalba ha llevado al Estado Paraguayo a cruzar límites de todo tipo, retrotrayéndose a las peores prácticas de las dictaduras fascistas del continente. No hay que olvidar que el actual presidente, Mario Abdo Martínez (h), hijo de quien fue secretario del dictador Alfredo Stroessner, terminó sus estudios secundarios en Estados Unidos en 1989, y luego se recibió de Licenciado en Marketing Político en la Post University. Es también Sub-Teniente de Aviación de Reserva, nombrado por el Comando de Aeronáutica como Paracaidista militar. Es decir, es un hombre de las Fuerzas Armadas paraguayas, preparado en Estados Unidos. No llama la atención entonces que maneje las comunicaciones a través de las mentiras, el sensacionalismo, la hipocresía, intentando disfrazar como triunfos militares los crímenes o la captura de niñas, o de las mujeres que las criaban, repitiendo sin creatividad las lógicas colombianas de los “falsos positivos”.
Continúa Carmen Villalba: “Una manifestación clara del recrudecimiento de la persecución del Estado paraguayo en contra de mis hermanas, de mi familia, es la detención de Laura Villalba, quien fue remitida a una cárcel militar. No conozco registro de que en tiempos de la dictadura las presas políticas hayan sido llevadas a un cuartel militar, sin embargo, hoy eso se está produciendo. En la cárcel de Viñas Cué no existe una mujer presa. Ella es la única mujer presa que está ahora en ese lugar aislada. Es una forma de recrudecer el aislamiento, la prisión de una mujer, de una madre que hace 3 meses perdió a una de sus hijas y a la cual el Estado le negó el derecho de saber qué pasó y ahora se está ensañando con ella”.
Cuesta seguir la zaga de dolores que lleva en el cuerpo Carmen, con cicatrices antiguas y nuevas. Su palabra sin embargo tiene una contenida serenidad. “Laura es una mujer campesina, que tuvo que huir de su país, porque eso es lo que mi familia, mis hermanas, mi madre, mis hijas, mi sobrino, mis sobrinas, fueron obligadas a hacer. Tuvieron que dejar su patria hace 11 años e instalarse en Misiones, Argentina. Pero como se dificulta olvidar las raíces al tener familiares en Paraguay, a pesar de los riesgos, a pesar de las dificultades, a pesar de la distancia, ellas seguían viniendo cada tanto. Cada vez se ensañan más en contra de ella. Yo conozco muy bien esa situación de aislamiento a la cual es sometida una mujer. Yo estuve en un cuartel policial tres años. Es un aislamiento absoluto, no se tiene derecho a nada, a ninguna actividad, sea de estudio, de recreación, de trabajo, lo que normalmente se habitúa a hacer en las cárceles. Eso se nos está negado en estas condiciones de prisión, dentro de la estructura militar o dentro de la estructura policial. Eso también imposibilita la asistencia que puedan hacer los familiares hacia nosotras. Por ejemplo, Myrian, que es una de mis hermanas y que era mi abogada. “Era” digo, porque hoy en día ella no puede venir a Paraguay por el hecho de que es una de las mamás de las niñas ejecutadas. Ella ya no puede regresar. Si regresa va a ser detenida. Actualmente el Estado paraguayo se arroga la libertad de torturar, matar, perseguir, extrajudicialmente podríamos hablar, en contra de lo que ellos consideran “enemigo interno”, en este caso, el EPP. Pero lo que pasa es que dentro de ese contexto, dentro de lo que ellos llaman “enemigo interno”, meten a la familia, a las niñas, a los niños. No se centran solamente hacia los combatientes, sino que buscan sus familias, sus hijos y niños muy chicos”.
Carmen atravesada por el dolor, piensa en su hermana, una mujer que en pleno duelo por el crimen de su hija, y en la desesperación por la desaparición de su sobrina, fue arrestada en una cárcel militar: “Laura debe estar -yo me imagino, no sé todavía sus condiciones de prisión- en aislamiento absoluto. Ni lo más básico debe tener, porque se nos dificulta muchísimo la asistencia, la estamos haciendo por medio de las abogadas. El Estado opera de esa forma. Cuando dice “Laura tiene esto, esto, esto en su contra”, no se preocupa en presentar elementos objetivos que la vinculen con esas acusaciones. Y es que no hay elementos, pero ellos adjudican y para eso tienen los medios, las grandes corporaciones hegemónicas en Paraguay que actúan en consonancia con el discurso del gobierno. Así es como que ella se encuentra de alguna forma subsumida o devorada por esa maquinaria militar, mediática, judicial y con los cargos que le imputan, tendrá más o menos como 30 años de condena a cuestas”.
Laura Villalba se encuentra detenida, acusada de ser un “elemento logístico” fundamental para la “organización terrorista” del EPP, siendo que hasta el año pasado llevaba más de diez años viviendo en Argentina con su familia. Aquí han nacido y aquí viven todos sus hijitos. Relata Carmen: “Ella venía en moto, no es que ella fue detenida en el monte. Y venía con ropa normal. No venía con uniforme, no venía con las armas que después presentan y dicen que tenía. Con esos elementos que después fueron cargando ¿quién va a discutirles? El juez, es el juez antiterrorista, el fiscal es fiscal antiterrorista. Ellos formaron un frente donde están cooptadas todas las instituciones, y operan como un todo en una idea, en una posición común. La jueza dijo que decretaba la prisión de Laura en un cuartel militar porque ella estaba procesada por terrorismo”.
Aparición forzada de Carmen Elizabeth
Carmen habla también de la desaparición de Lichita, su hija. “Estoy tratando desde acá, desde la prisión, de recabar información, pero esto no solamente se dificulta por el hecho que yo estoy en prisión, sino que a toda mi familia se le dificulta. Hay toda una estructura estatal, militar, policial, judicial que actúa como en una cacería, tratando de cazar a quienes ellos denominan “enemigos de la sociedad”. En esa categoría ya no interesa si es niña, si es niño, no interesa si está o no vinculado, porque son hijos, porque son sobrinos, porque hay simpatía. Eso ya es suficiente para que sea no solamente acusado sino judicializado. Ahora podemos decir judicializado en el mejor de los casos, porque yo no sé cuál es el destino de mi hija, no sé de ella. Algunas informaciones indican que fue llevada por personas de civil, otras dicen que fue llevada por militares con uniforme. Por el manejo de los militares y la policía de esa zona, es difícil que ella haya salido y no haya sido interceptada o capturada por los militares, por las fuerzas de tareas conjuntas. Sobre todo porque ella dejó su diario, su agua. Todo indica que estaba en ese lugar donde se quedó a esperar a su tía, y de repente escuchó algo o vio algo y se asustó, corrió y no tuvo tiempo de llevar sus pequeñas cositas; o fue capturada y llevada. No tengo certeza de qué pudo haber pasado con ella, pero todos los elementos hacen pensar que está en manos de las fuerzas militares instaladas en la zona.
La histórica persecución a la familia
Varios de los hermanos Villalba están integrados al EPP, y la forma en que los ataca el gobierno es perseguir a la familia. Prosigue Carmen: “Como dice actualmente el vicepresidente- “hay que liquidarles a todos”. Ése es el lenguaje que conocen y que manejan. Existe una cultura en Paraguay de una clase oligárquica que se siente propietaria del Estado y de sus ciudadanos. Es como una corporación privada que corresponde a un pequeño sector de la oligarquía paraguaya y los partidos tradicionales y algunos partiditos burgueses que están bien instalados en el Parlamento. Entonces el único pensamiento -si es que se le puede llamar un pensamiento al del Partido Colorado, es el pensamiento del capital, es la imposición de la propiedad privada en Paraguay para un pequeño grupo. Porque hay que tener en cuenta que la economía paraguaya se sustenta en la explotación de la tierra, en la economía extractivista. Con el avance de la agricultura capitalista, de los commodities, los campesinos son desplazados, despojados de sus tierras, lo que va formando una capa bastante poderosa de pobres y de miserables alrededor de las ciudades. Eso fue creando las condiciones objetivas para que vaya surgiendo la necesidad de constituir una autodefensa y una resistencia en un sector del pueblo pobre, sobre todo del campesinado pobre. En ese contexto se encuentran mi hermano Osvaldo, mi hermana Liliana, que muy jóvenes se habían integrado a Patria Libre. Ninguno de los dos alcanza los 40 actualmente. Hace como 15 años que están en el monte alzados en armas. Esa forma de lucha, esa resistencia, esa necesidad que fue encontrando un sector del campesinado pobre tiene como respuesta la violencia implacable del Estado.
Yo llevo 29 años desde mi incorporación a Patria Libre. Estando presa se articula el EPP. Entonces en ese contexto también, muchos familiares nuestros son golpeados. Es una forma de romper la voluntad de lucha, una forma de decir “aquí no se permite la idea diferente, la lucha diferente, todos los que quieran de alguna forma permanecer aquí, tienen que estar alineados al Partido Colorado o al Partido Liberal, o al simulacro de democracia que tiene Paraguay”. Porque ése es el otro punto importante a tocar: Paraguay viene de 35 años de dictadura, que yo no le llamaría dictadura stronista, le llamaría dictadura sostenida y afianzada a través del Partido Colorado y las fuerzas militares, una alianza entre el Partido Colorado y las fuerzas militares que pone como cabeza política visible a Stroessner.
Toda la familia sufrió una gran violencia. Yo tengo un hijo varón que fue asesinado en el 2010, cuando tenía 12 años. Ya en ese tiempo mi familia había salido de la zona. Mi familia estaba asentada en el pueblo de Concepción donde nosotros nacimos, crecimos, nos criamos. Mi mamá anciana con mis hermanas, mis hijas, mi hijo, mis sobrinas, mis sobrinos, tuvieron que salir de la zona por el permanente hostigamiento: disparos sobre las casas, allanamientos legales y allanamientos ilegales permanentes, detenciones por horas, por días de mis hermanas, de mis hermanos, hostigamiento hacia los niños. Entonces no encontraron otra opción que salir de la zona. Ahí buscan otro territorio y fueron al lado argentino. Allí es donde mi hijo muere, en circunstancias muy extrañas porque hasta hoy en día no puedo saber de qué manera murió. No hubo posibilidad de investigar familiarmente, y obviamente las instituciones no lo hicieron tampoco. Mi hijo era un niño muy sano, tenía 12 años, casi nunca se enfermaba. Él muere rociado por algún elemento tóxico, muere intoxicado. De la nada muere por causas que no fueron esclarecidas. Lo concreto que tenemos es que el médico que le hizo la autopsia, había dicho que era rara la composición que tenía el cuerpo y los elementos que fueron hallados en su cuerpo no eran acordes al diagnóstico de un niño de la edad de él.
Mi familia, mi mamá, mis hermanas tuvieron que instalarse en Puerto Rico, Misiones. Están ahí hace 11 años. Todos los niños estudian ahí, vivían ahí. Obviamente que cada tanto mis hijas venían acá junto a mí. Corrían el riesgo, pero de repente el afecto es grande entre nosotros. Nunca rompimos ese lazo espiritual afectivo que nos tenemos. Eso hizo que ellas siempre tengan que venir por acá y en una forma arriesgaron y arriesgan. Actualmente a mí ya se me cerró toda esa posibilidad de ver a mis hijas, a mis hermanas, a mi mamá, por las condiciones actuales en que están ahora. Ninguna puede venir más.
Es muy doloroso. Por eso digo a los compañeros y compañeras de otras organizaciones, que podrán o no estar de acuerdo con posturas nuestras, pero siempre debe estar en nosotros, los revolucionarios, la posibilidad del diálogo. Personalmente, a pesar de la inmensa dificultad que tenemos, a pesar del dolor profundo que cargamos, a pesar del elevado costo que tenemos que pagar y que pagamos, creemos en una sociedad diferente. No creo que el ser humano haya nacido pensando como una mercancía. Esa mercancía empezó a imponérsele en su forma de pensamiento y en su forma de relaciones, por las condiciones que erige el capitalismo como relaciones de producción.
Yo creo que eso significa creer en el ser humano, creer en la humanidad del ser humano, pero un ser humano de clase, del proletariado, de nuestra clase como clase obrera.
Personalmente sigo creyendo en una sociedad diferente, en una sociedad con justicia social. Y creo que con la edad que voy teniendo, con la experiencia de lucha, con los dolores que cargo, difícilmente ya cambie de idea. Llevo 29 años como militante, 18 años en prisión. El año que viene cumplo completamente mi condena, debería de recuperar mi libertad, pero tengo en este contexto, lo único que buscan es prolongar mi estadía en prisión, buscan de abrirme otros procesos para que no pueda recobrar mi libertad. Estoy dispuesta a asumir la cuota de sacrificio, como dice Fidel Castro. La cuota de sacrificio, como hija de este pueblo luchador, la vengo asumiendo.
Nosotros somos parte de este pueblo, amamos profundamente a nuestro pueblo, a nuestra clase, y nuestro esfuerzo, nuestra entrega, es por este pueblo. Somos parte del campo popular. Somos parte de la militancia de izquierda y comunista en Paraguay.
Expresa Carmen Villalba: “Nuestro pasado político tiene una larga historia que se pretendió ocultar, que se tergiversó. Somos parte de una larga historia, de casi 27, algunos 30 años de lucha, porque nos iniciamos muy jóvenes en los años 90, con el Partido Patria Libre, al que hemos entregado nuestro tiempo, nuestra libertad, nuestra juventud. En el trayecto de la lucha algunos hemos ido construyendo familia. Yo tuve hijos. De hecho mis tres hijos los tuve en prisión. Mi hija mayor fue la única que no nació en prisión. Fuimos de alguna forma haciendo nuestra vida, combinando la militancia con el rol de mamá o el rol de mujer en mi caso. Después vinieron compañeros mucho más jóvenes, que fueron los últimos que se integraron al Partido Patria Libre en el año 2000, 2001, 2002. Luego de la ruptura, de Patria Libre, algunos compañeros deciden irse, instalarse en el monte, porque son compañeros de la zona, campesinos que nacieron y vivieron ahí. Ellos vieron la necesidad de autodefensa, como una forma de lucha, una forma de resistencia, frente a la sistemática represión, el hostigamiento y el asesinato que se implementa desde hace muchísimo tiempo al campesinado paraguayo. Los latifundios, a través de sus ejércitos de matones o de guardias civiles militarizados, dirigidos, instruidos y orientados por policías militares, de alguna forma adquieren una categoría, a lo mejor no legal, pero de hecho en hecho se naturalizó esa situación.
El EPP surge como una forma de resistencia y de autodefensa del sector campesino, y eso viene arrastrando una larga historia de lucha, de resistencias, porque yo creo el campo popular, los militantes de Nuestra América, conocen muy bien que los pueblos somos pacíficos. Los campesinos, los trabajadores, las mujeres, somos seres pacíficos. Pero de repente no nos dan otra opción, no nos dejan una forma de lucha donde los reclamos, donde las reivindicaciones sean oídas, sean atendidas. No logramos que sean resueltos los conflictos sociales que se dan en el campo. Eso fue creando condiciones objetivas para que vaya surgiendo la necesidad de constituir una autodefensa y una resistencia en un sector del pueblo pobre, sobre todo del campesinado pobre”.
Una parte de la familia de Carmen Villalba se integraron a Patria Libre, y después al EPP. Entre ellos sus hermanos Osvaldo y Liliana, que están hace 15 años alzados en armas en el monte. La respuesta del Estado fue implacable.
Continúa Carmen: “La oligarquía paraguaya se enfrenta a sangre y fuego a ese sector resistente, que no cree en las promesas del Partido Colorado, del Partido Liberal, en los engaños de estos partidos tradicionales, sino que fue buscando otra forma de luchar por sus reivindicaciones. La decisión, como han dicho, es exterminarnos”.
Analizando los intereses que están en juego en la lucha por la tierra, dice Carmen: “Hay que tener en cuenta que la economía paraguaya se sustenta en la tierra, y con el avance de la agricultura capitalista, de los commodities, los campesinos son desplazados, son despojados de sus tierras, y se va formando una capa bastante poderosa de pobres y de miserables alrededor de las ciudades. Entonces no existe tolerancia de una oligarquía vendepatria y entreguista paraguaya, para un sector del pueblo que ya no admite una violencia sistemática hacia su condición de campesino, hacia su condición de obrero, hacia su condición de nativo, sino que exige también su derecho legítimo a una vida digna. Reclamar eso, exigir eso por otra vía que no sean las eternas y mentirosas elecciones, donde supuestamente se ejerce la representatividad, donde supuestamente están plasmados los intereses de la gran mayoría del pueblo, pero en hechos concretos se constata diariamente su mentira, su engaño. Los pueblos también van buscando otras formas de decir “nosotros también existimos, nosotros también tenemos derecho, ustedes nos quitan toda la tierra que tenemos”. Al campesino que se le quita la tierra es como quitarle la vida. No tiene otra forma de sobrevivir, no tiene otra forma de existir. Encima Paraguay, por ser un país agroexportador, con una economía capitalista semifeudal, extractivista, donde no desarrolla la industria, no podemos decir que acá existe clase obrera, en términos de obreros urbanos, sino que más bien son principalmente obreros rurales. El campesinado pobre, despojado de su tierra, que busca las changas en los latifundios, que por la condición también de producción capitalista es muy poca la ocupación de mano de obra del campesino pobre, queda sin opción. El obrero rural se queda sin opción y el obrero urbano se queda sin trabajo.
Yo creo que es un poco lo que sucede, con sus particularidades, en diferentes países de Nuestra América, provocando el recrudecimiento de las crisis del capitalismo. Entramos en una crisis sistémica que, sin salir, ya volvemos a entrar en otra. Entonces los excluidos, los sobrantes, tanto los campesinos pobres y los obreros desocupados, van volviéndose molestos para los mandamases de turno, que no son otros personajes que los que implementan y aplican la política capitalista en Paraguay”.
La lucha de clases como confrontación directa
Carmen considera los aspectos específicos que la presencia del EPP crea en la lucha de clases en Paraguay. Ella dice: “Dentro de ese contexto de confrontación, de lucha de clases, aumentan las respuestas represivas hacia los militantes que de una u otra forma luchamos y resistimos a estas políticas capitalistas, imperialistas, excluyentes, que nos considera a nosotros como sobrantes, peligrosos. No cabemos en la economía, en la macroeconomía neoliberal. Entonces en algún lugar había que meternos. Es ahí donde se produce esa contradicción entre la clase obrera paraguaya -clase obrera y campesina paraguaya- y el Estado oligárquico, burgués, que creo que tiene todos los elementos para decir que es un Estado fallido, por el hecho de que está inficionado por el narcotráfico. No pasa una semana sin que un personaje de la politiquería burguesa paraguaya no salte a través de algún medio, su implicación en algún negocio turbio; sino es el narcotráfico es algún tipo de negocio utilizando las instituciones del Estado, y asegurándose la impunidad por sus contactos, tanto con la fiscalía como con los jueces.
En ese contexto va recrudeciéndose la confrontación entre un sector del campo popular y el Esado y cada vez se pone mucho más difícil para nosotros los militantes, los revolucionarios que todavía resistimos, muchos en la cárcel, otros en el monte, otros en la calle. El sector mío de lucha es un sector del campo popular, y está el otro sector del campo popular organizado en las organizaciones campesinas, en las luchas sociales, en las luchas gremiales, están los nativos, están los obreros, no muy numerosos. Esa crisis se va manifestando en diferentes ámbitos de nuestro pueblo. Y ahí es donde nosotros aparecemos -nosotros digo, los revolucionarios y comunistas- planteando otra forma de lucha.
Yo llevo 29 años de militancia desde mi incorporación a Patria Libre. Estando presa se articula el EPP. En ese contexto muchas familias nuestras son golpeadas. Esto se vincula también con los 35 años de dictadura. En un arreglo interburgués paraguayo, el 2 y el 3 de febrero de 1989, se da una “democracia”. El mismo partido que sostuvo 35 años de dictadura, dos días después se presentan como demócratas, con el discurso de que son los impulsores de la democracia, de la transición democrática.
Yo creo que de alguna forma eso repercute en el grado de conservadurismo, en el grado de reacción del pensamiento político filosófico, del habla, del debate dentro del campo popular dentro de las militancias; por el hecho de que la dictadura cayó de cansancio. Aunque muchos pagaron sus consecuencias, pero como que no se rompió. Desde mi punto de vista, la democracia burguesa paraguaya no fue fruto de una enconada lucha de demócratas en contra del fascismo, en contra de la dictadura, sino que la dictadura liquidó a ese sector militante, combatiente y combativo, lo asesinó.
Entonces la dictadura poniéndose en consonancia con el desgaste y con la ya innecesaria existencia de las dictaduras, impulsa esta “nueva ola de democracia”. Y el mismo partido que sostuvo 35 años el fascismo, que persiguió implacablemente, ejecutó, secuestró, torturó, encarceló, exilió a cientos de compatriotas, dos días después se presentan como demócratas.
No se formó acá una experiencia de lucha como en otros países, donde la presión de lucha del pueblo combativo, del pueblo revolucionario, ya no dejó posibilidad a que la dictadura continúe y se vieron obligados a abrirse a la democracia, pero incorporándose en ese nuevo amanecer democrático figuras con experiencia de lucha que fueron de alguna forma creando esa conciencia de combatividad, de madurez política ideológica en el pueblo, en la masa, en los militantes. Con esto no estoy desmeritando el sacrificio, ni la calidad, ni el esfuerzo de cientos de combatientes que murieron, que fueron ejecutados, que sus familiares fueron perseguidos, pero me parece que faltó más. Es la autocrítica también que yo me hago. Pienso por ejemplo que si el Partido Comunista en Paraguay hubiese impulsado la inserción del pueblo, de la masa en la lucha, si hubiese elevado más la conciencia, la formación política, filosófica, ideológica, a lo mejor hubiésemos tenido condiciones un poco mejores en términos de conciencia de clase de nuestro pueblo que es uno de los pilares en el avance del devenir histórico hacia una sociedad con justicia social. Yo creo que el proletariado paraguayo, latinoamericano, no debería conformarse solamente con mejorar un poco su vida, comer un poco más, mejorar un poco sus condiciones de explotación, sino que necesita recuperar su condición humana y dejar de actuar, dejar de ser considerado y de ser tenido en cuenta solamente como una herramienta de trabajo para el capital, un productor de plusvalía. Que la vara que mide al ser humano, al proletariado paraguayo, sea mujer, sea hombre, no sea solamente su condición de poder producir o poder asegurarle ganancia y plusvalía al capital sino que recobremos nuestra condición de seres humanos.
La dignificación del ser humano no pasa solamente por comer mejor, sino por elevar nuestras condiciones de seres humanos, por enriquecer nuestra cultura, desarrollar otras facetas del ser humano que no sea solamente mejorar sus condiciones de explotación, que no sea solamente encontrar un lugar mejor para vender su fuerza de trabajo. Los comunistas aspiramos a una sociedad con justicia social, a una sociedad de iguales, en la que todos tengamos derecho a pensar, a ser libres, a tener acceso a la cultura, a tener acceso a la educación pero una educación que reivindique al ser humano en su libertad.
Soy consciente de que es una utopía en este tiempo, pero una utopía a la que no se puede renunciar, una utopía que no es una simple utopía. A lo mejor por el contexto histórico, a lo mejor porque nos falta avanzar mucho más en lucha, en desarrollo, en conciencia de clase y en que los pueblos, los pueblos porque siempre me gusta hablar como latinoamericana, porque creo que la lucha del proletariado urbano y rural no se centra solamente en un solo país sino que, hermanados como latinoamericanos y tercermundistas, la lucha hace al todo.
Y en esa búsqueda, personalmente, a pesar de la inmensa dificultad que tenemos, a pesar del dolor profundo que cargamos, a pesar del elevado costo que tenemos que pagar y que pagamos, nosotros creemos en una sociedad diferente.
Por eso siempre traté de fomentar en la cárcel, en un lugar que la mayoría de las veces se considera lo peor de la sociedad, donde se concentra lo más odiado, lo más despreciado de la sociedad; sin embargo acá nosotras siempre hemos tratado de encontrar e impulsar ese ser humano. Porque creemos que a pesar de esa cara, a pesar del rótulo que se le pone, de delincuentes, de criminales, de asesinos, nosotros no vemos eso como individual, en todo caso si el ser humano se hizo así es producto de su contexto de vida, el ambiente, las condiciones que el capital creó. Es obra del capitalismo. Entonces nosotros vemos rostros humanos. Nosotras vemos mujeres como nosotras, madres, pobres, con miles de dificultades a cuestas.
Yo creo que eso significa creer en el ser humano, creer en la humanidad del ser humano, pero un ser humano de nuestra clase, como clase obrera. Nosotras tratamos de tener una relación de compañeras, donde buscamos el lado positivo, el lado humano de las personas, de las mujeres que están presas.
En ese largo andar, en ese caminar doloroso, personalmente sigo creyendo en una sociedad diferente, en una sociedad con justicia social.
Es mucho lo que falta hacer. Porque es fácil decir “luchemos por la revolución, busquemos una sociedad diferente”, y en prácticas políticas o en nuestro hacer diario caemos en la misma forma de hacer politiquería de la burguesía o de la pequeña burguesía en Paraguay que ya nos está llevando 31 años de supuesta transición democrática, donde el resultado que vemos es mayor pobreza, mayor exclusión, mayor negación de derechos. No solamente al campesino se le quita la tierra. El obrero es despedido, queda sin trabajo, las mujeres sin derechos, fundamentalmente la mujer campesina, la mujer nativa. En ese andar, nos interpela la realidad, esa conciencia o esa convicción de decir “¿seguiremos consecuentes con nuestro pensamiento comunista, que es humanista, que le tiene profundo amor a su pueblo, a su raíz campesina, a su raíz obrera, a su raíz nativa o nos será más fácil acomodarnos, alejarnos de los sufrimientos y llevar una vida más o menos pasable?”.
Ahí es donde el peso de la convicción, el peso de la conciencia de clase, el peso de la conciencia revolucionaria nos hace decir: tengo que resistir, tengo que luchar, sostener esa bandera. Si no logro salir de prisión, si no logro salir de este lugar, al menos sostener esa bandera comunista y revolucionaria, consecuente con mis principios revolucionarios, con mi conciencia de clase. Tengo que ser consecuente y sostener siempre el amor hacia mi pueblo, hacia mi raíz, hacia mis hermanos de clase. Eso un poco se impone, y ese deseo enorme de que nuestro pueblo, de que la clase obrera paraguaya alguna vez tenga un mejor horizonte. Eso se impone, eso como que mitiga el dolor, eso como que me da fuerzas para seguir y decir “es doloroso, pero hay que seguir, hay que seguir”. Si seguimos, esa resistencia va a ir penetrando en el corazón, en la mente y en la conciencia del pueblo, esa lucha persistente, el demostrar con el ejemplo, con la práctica y no solamente con la prédica. Eso en algún momento dado tiene que calar en el corazón y la conciencia de nuestro pueblo. No solamente como un deseo, sino creo que también es un peso de la historia, porque estoy convencida que del lado de los pueblos, del lado de los revolucionarios, del lado de los luchadores, está la historia.
Deshacernos de los lastres del capitalismo, de las consecuencias de destrucción del ser humano y de la naturaleza, requiere lucha organizada, esfuerzo, conciencia de clase, conciencia revolucionaria, unidad en el pueblo, unidad de acción, unidad de lucha. Porque tampoco la revolución en Paraguay se va a dar por un grupo aislado, un grupo separado de la masa, ni de la masa espontánea por su cuenta. Esa unidad debe ir dándose en algún momento, y estoy convencida de que se va a ir dando, en algún momento como que coincidirá esa correlación, o habrá una correlación entre la idea política y las condiciones objetivas, las condiciones subjetivas. De alguna forma eso irá elevando la conciencia del pueblo y su organización.
A pesar de las dificultades, a pesar de la persecución, nosotros somos parte de este pueblo y amamos profundamente a nuestro pueblo, a nuestra clase y nuestro esfuerzo, nuestra entrega, es por este pueblo, es por esta clase, y por ende somos parte del campo popular, somos parte de la militancia de izquierda y comunista en Paraguay.
Fuente: Marcha