Noticias | marzo 4, 2020

Del lesbicidio al tortazo: 10 años del asesinato de la Pepa Gaitán


El 4 de junio del 2006 la Pepa Gaitán lloró. En la ciudad de Bahía Blanca, Belgrano le ganaba a Olimpo y lograba ascender a la primera división del fútbol de la AFA. Fanática del pirata cordobés, esa noche miró el partido desde su casa en barrio Liceo II Sección, con la remera negra que en la espalda tenía escrito su nombre en mayúsculas: Pepa. Así la conocían todxs. La única que podía decirle Natalia -el nombre que figuraba en su DNI pero que ella había decidido dejar atrás desde la infancia- era su mamá, Graciela Vázquez. Antes de aquella noche invernal, Belgrano jugó un partido definitorio en el estadio Mario Alberto Kempes y la Pepa se había abrazado fuerte con su hermana más chica, Yamila, cuando el equipo finalmente ganó. También lloraron juntas en la tribuna. “Siempre íbamos a la cancha. Así no estuviera en juego el ascenso, en un partido cualquiera, si Belgrano hacía un gol ella lloraba. Era una alegría. Y cuando perdía, uuuffff. No le podías hablar en todo el día porque era muy fanática”, recuerda en diálogo con LATFEM, Yamila Gaitán ahora con 27 años. La edad que tenía la Pepa cuando fue asesinada en marzo del 2010.

A La Pepa, el padrastro de su novia, Daniel Torres, le disparó a la altura del hombro derecho con una escopeta calibre 16 de un solo caño, a una distancia de entre uno y cinco metros. Fue el 6 de marzo del 2010 alrededor de las 19.30 en la puerta de su casa. En silencio, apretó el gatillo. La Pepa hizo unos pasos hacia atrás y cayó herida en la vereda, donde quedó acostada hasta que llegó una ambulancia y fue trasladada al Hospital de Urgencias. A las 2.25 del día siguiente murió. La autopsia señaló que fue por la herida de arma de fuego en tórax y axila. La Cámara Séptima del Crimen resolvió que fue un homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego y le impuso a Torres la pena de 14 años de prisión. Graciela Vázquez repetirá hasta el último día de su vida que fue asesinada por lesbiana. Chonga. La negra de pelo corto que paseaba por el barrio en una moto enduro color verde. Profesora de Educación Física en la ONG Lucía Pía que su familia tenía a una cuadra de su casa, donde a veces también hacía de payasa y dejaba que los niños le dijeran “seño Nati”.

La Justicia no quiso o no supo nombrar a la violencia de género en la condena y decidió no agravar el homicidio. En la penúltima página del fallo está el voto del vocal Víctor María Vélez. Dijo en referencia a Torres: provocó “la innecesaria muerte de Natalia Gaitán, una joven de 27 años que cargaba con el peso enorme de la discriminación que debía soportar por su condición sexual y que bregaba por sus derechos y trabajaba en pro de la comunidad”. Aunque después concluyó que no hubo situación lesbofóbica ni relación de causa a efecto entre el crimen y la sexualidad de la víctima. En marzo del 2019, Torres recuperó la libertad.

Lesbicidio
Las salas donde se hacen los juicios son pálidas: la madera domina las paredes y los muebles iluminados por una luz amarillenta, tibia. En uno de los bancos de la Cámara Séptima del Crimen se sentaba Fabi Tron con una libreta en la mano. Ella -lesbiana chonga, transfeminista, prosexo- escribió lo que pasaba en cada audiencia. El día anterior al comienzo del juicio se hizo una pregunta clave: “¿la sociedad en su conjunto se hará cargo de lo que implica esta condena o, por el contrario, para muchxs pasará como un homicidio más?”.

Lesbicidio, así nombraban el crimen. “Las lesbianas sosteníamos que se diferenciaba del asesinato de una mujer cis cometido por un varón cis, lo que ahora llamamos femicidio. En ese momento, nadie tenía muy claro que lesbiana podía ser considerado otro género. Además, en el caso de la Pepa, se agrega la cuestión de la disidencia sexual porque la matan no solamente porque era lesbiana sino porque era una torta chonga masculina. Lo que opera es otro razonamiento: te mato porque sos una mujer que quiere ser un varón. Aparece el componente del miedo, el terror a la confusión de género. Qué es la Pepa. Qué es este otris que no se puede identificar. Qué es este sujeto que se corre absolutamente de la norma de género. Hubiera sido muy importante tener un antecedente a nivel legal de una figura de lesbodio como agravante del crimen, pero no sucedió”, dice Fabi Tron a LATFEM.

De niña, la Pepa elegía los pantalones de gaucho antes que las polleras. A los 12 años usó una tijera para dejarse el pelo bien corto. Después intentó suicidarse: sufría depresión y estuvo internada con tratamiento psiquiátrico “porque a ella le gustaban las nenas y no los nenes”, contó su mamá durante el juicio. Cuando empezó la etapa de la adolescencia, la Pepa se dedicó al deporte, primero al boxeo y al último al Vale Todo. Graciela también contó que, por la apariencia masculina, a su hija le costaba conseguir trabajo y cuando cruzaba caminando el peaje siempre le pedían el DNI. Meses después del crimen, comenzó el debate por la ley de Matrimonio Igualitario, aprobada el 15 de julio de 2010. Todavía médicos y psicólogos patologizaban la homosexualidad. Argentina se convirtió ese año, en el primer país de América Latina en reconocer el derecho a matrimonio entre personas del mismo sexo a nivel nacional.

“¡Qué me van a venir a decir los matriculados que son enfermos, si mi hija nació así! Y si lo hubiera hecho porque le gustaba también la quiero y la amo. Señores senadores, el voto está cantado. Vamos a ganar nosotros y nos vamos a casar entre todas y todos, personas del mismo sexo. Cada cual se va a casar con el amor que quiera. Señores senadores, se los digo en nombre de mi hija”, dijo Graciela desde un escenario en Córdoba, por entonces en un acto. Le hablaba a los legisladores y también le hablaba a la juventud que ese día escuchaba la voz de una mujer que ejercía una maternidad colectiva. “A ustedes también los quiero y los amo”, les decía Graciela y alguien desde la multitud le respondía “fuerzas, mamá”. En el 2018 falleció. Tenía una enfermedad crónica, pero su hija Yamila dice que la muerte de la Pepa la destruyó por completo.

Tortazo

Cada 7 de marzo es el día de la visibilidad lésbica. El recuerdo de la Pepa es ahora un acto político porque la memoria feminista es una pacto contra el olvido y la promesa de una reescritura de la historia. La Pepa es una pieza clave en el mapa de la genealogía feminista. Es, también, un diálogo intergeneracional entre las activistas lesbianas que desde hace más de 10 años visibilizan las violencias que sufren a diario y los derechos que supieron conquistar para las que vienen deseosas de vivir libremente la sexualidad. Pepa fue la primera lesbiana asesinada que, gracias a los activismos, permitió ser narrada como crimen de odio. “Fue nuestra primera muerta pública conocida. En eso también Graciela, la madre, tuvo una importancia fundamental porque si no hubiera sido por ella nunca nos hubiéramos enterado. No quiere decir que no tengamos otras, sino que no tenían nombre y apellido hasta la Pepa”, dice Fabi Tron.

Pepa también fue el motor para organizar el Tortazo 2020, un encuentro nacional de identidades lésbicas que se realizará el 21 y 22 de marzo en Córdoba. “Esa bala que mató a Pepa nos rozó un pedazo de la cuerpa a todxs lxs lesbianxs. A partir de ese momento se abrió un proceso de construcción política. Pepa vino a decirnos que todos los lugares son nuestros y que tenemos derecho pleno de habitarlo como se nos plazca”, dice a LATFEM Leticia Veber, de la asamblea Alerta Torta, que surge en julio de 2019 a partir del fallo que condenó a Marian Gómez en Buenos Aires por besar a su compañera en una estación de tren. Desde la organización afirman que el encuentro es resistencia. “En eso reside la potencia, en ponerle voz propia a nuestra historia, nuestras experiencias, deseos, necesidades y demandas específicas. Es mostrarle a la sociedad qué queremos construir y cómo”.

Quieren plantar el nombre de la Pepa en la memoria colectiva. El eco de su nombre todavía retumba. En un paredón lateral de la cancha de Belgrano, al costado derecho de la puerta de ingreso que lleva el número 1085, cientos de mosaicos blancos y negros forman la cara de la Pepa. Al lado dice Pepa Gaitán, hincha pira7a. Abajo, asesinada por lesbiana. El mural fue hecho cuando se cumplieron cinco años del asesinato. Querían recordarla sonriente en uno de los pocos lugares donde no se sentía discriminada. Esa tarde, Graciela dijo: “La aceptación de la familia es todo”. En Liceo II Sección nada lleva su nombre ni recuerda su mirada, solo la memoria de sus hermanxs donde habita como herida abierta y al mismo tiempo como sonrisa voraz. Pepa Gaitán es ahora identidad y territorio donde florece el orgullo lésbico.

Fuente: Latfem

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